domingo, 26 de agosto de 2012

SEMBREMOS SOBRE TODAS LAS AGUAS

"Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. . . No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento." Mat. 10: 7, 9, 10.

Pablo, el gran apóstol de los gentiles, aprendió el oficio de fabricante de tiendas. Ese oficio tenía diversas categorías más altas y más bajas. Pablo había aprendido el oficio de más elevada categoría, pero también podía trabajar en las otras si las circunstancias así lo requerían.

Los griegos de la costa eran comerciantes avezados. Se habían educado para ser muy hábiles en el comercio, y creían que el lucro era piedad, y que la habilidad para adquirir ganancias, ya fuera de buena o de mala manera, era razón de más para que se los honrara. Pablo conocía sus costumbres, y no quería darles la más mínima oportunidad de decir que él y sus colaboradores predicaban para ser sostenidos por el Evangelio.

Aunque era perfectamente correcto que fuera mantenido de esa manera (porque "el obrero es digno de su salario"), vio que si así lo hacía su influencia sobre sus colaboradores y sobre aquellos a quienes predicaba no iba a ser la mejor. Pablo temía que si vivía de la predicación del Evangelio se hubiera podido sospechar que sus motivos eran egoístas. . . Debía mostrar que estaba dispuesto a dedicarse a cualquier labor útil. No quería que hubiera la menor excusa para restarle méritos a la obra del Evangelio mediante la imputación de motivos egoístas a los predicadores de la Palabra. No quería que los astutos griegos tuvieran la menor ocasión de malograr la influencia de los siervos de Dios.

Pablo razonaba de esta manera: "¿Cómo puedo enseñar los mandamientos, que requieren de mí que ame a Dios con todo el corazón, el alma, la fuerza y el entendimiento, y a mi prójimo como a mí mismo, si doy pie para que se piense que me amo más que a mi prójimo o a mi Dios, que practico los hábitos de los griegos, manipulando astutamente por medio de mi oficio para obtener ganancias en lugar de seguir los principios del Evangelio?". ¿Cómo podía conducir gente a Cristo si les sacaba todo lo que podía? Pablo resolvió que no les daría a esos agudos, criticones e inescrupulosos comerciantes la menor ocasión de suponer que los siervos de Dios estaban trabajando con astucia para aplicar los mismos métodos deshonestos de ellos ( Manuscrito 97 , del 24 de julio de 1899, "El Pastor y el trabajo físico").  

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