lunes, 8 de octubre de 2012

Cada día con Dios.Elena G. de White

COMO TENER EL CIELO AQUÍ


"Anhelaban una [patria] mejor, esto es, celestial." Heb. 11: 16.

Debemos escudriñar con todas las facultades que Dios nos ha dado a fin de dar a entender las Escrituras a los que están en tinieblas. Hay felicidad, esperanza y paz para los desanimados. No podemos permitirnos dedicar las habilidades que Dios nos dio a los asuntos comunes de la vida. Necesitamos una fe que se aferre de la promesa que nos presenta el Evangelio. ¿Qué pasaría si perdiéramos nuestra alma? Sería mejor para nosotros no haber nacido. Una alma vale más que todo el oro y la plata que podríamos acumular sobre la tierra. . .

Necesitamos cultivar una fe viva en Dios. Necesitamos apartar los ojos de las atracciones de esta tierra para fijarlos en las cosas celestiales. No queremos que ésta se interponga entre Dios y nosotros; por el contrario, queremos mantener la vista fija en la gloria de Dios. Hablamos del cielo y sus bendiciones, y sería una calamidad que lo perdiéramos. Pues bien, si el cielo es tan atractivo, tan deseable, introdúzcanlo en esta vida, introdúzcanlo en el seno de sus familias y eduquen a sus hijos de manera que no vivan para este mundo, sino para la vida futura e inmortal. . .

Pueden tener un poco del cielo aquí si están dispuestos a mantener la vista fija en Dios, no mirando a Cristo la mitad del tiempo y al mundo la otra mitad. Si ustedes viven para Dios, los sostendrá con su brazo eterno y les dirá: "Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 30). ¿Lo creen? Puedo dar testimonio de ello. Basándome en mi experiencia anterior puedo dar testimonio de que no estaba dispuesta a evitar pruebas y pesares porque Pablo dice: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven" (2 Cor. 4: 17, 18). Necesitamos considerar las cosas de interés eterno para que pensemos seriamente acerca del empleo que hemos hecho de nuestra facultad de raciocinio, para verificar si hemos tratado de fortalecería con cosas vanas que no podremos llevar con nosotros cuando seamos arrebatados para recibir a Cristo en el aire. . .

Queremos estar preparados para poder entrar sin obstáculos en la ciudad de Dios. . . Todo lo demás carece de valor en comparación ( Manuscrito 16 , del 19 de septiembre de 1886, "El privilegio de ser cristianos").

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