miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cada día con Dios.Elena G. de White

LA LUZ IRRUMPE ENTRE LAS TINIEBLAS


"He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción." Isa. 48: 10.

Todas las palabras de consuelo que le pueda dirigir no valdrán mucho. Usted sabe cuál es la Fuente de su fortaleza y su consuelo. No es ajeno a Jesús y a su amor. Usted es uno de aquellos para quienes la vida es un largo conflicto lleno de dolor, fatiga y desilusión. La esperanza diferida ha entristecido su corazón, pero recuerde que este mundo es el escenario de nuestras pruebas, nuestros pesares y dolores. Estamos aquí para pasar la prueba a que Dios nos somete. El fuego debe ser avivado hasta que consuma la escoria y nosotros salgamos como oro purificado en el horno de la aflicción. Usted puede meditar, mi querido hermano, en la misteriosa providencia de Dios que lo ha privado ahora de la luz de sus ojos.

Usted cree que si no fuera por esta gran pérdida, sería un hombre comparativamente feliz. Pero podría ser que precisamente la pérdida de su hija fuera para usted, y no sólo para usted, sino para mucha gente en Suiza, algo que ha acontecido para la salvación de sus almas. De estas tinieblas, que a veces parecen incomprensibles, surgirá la luz. "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre Jehová bendito" (Job 1: 21). Sea éste el idioma de su corazón. La nube de misericordia se cierne sobre usted, y se derramará sobre usted incluso en la hora más sombría. Los beneficios de Dios son tan numerosos como las gotas de lluvia que caen de las nubes sobre la tierra sedienta, para regarla y refrigerarla. La misericordia de Dios está sobre usted. . .

El Señor lo ama, mi querido hermano. Lo ama. "Los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará" (Isa. 54: 10). "Todas las cosas les ayudan a bien. . . a los que conforme a su propósito son llamados" (Rom. 8: 28). Si sus ojos se pudieran abrir, podría ver a su Padre celestial amorosamente inclinado sobre usted, y si pudiera escuchar su voz, descubriría que le habla en tono compasivo puesto que está postrado por su sufrimiento y su aflicción. Sosténgase en su fortaleza; hay descanso para usted, que está fatigado ( Carta 7 , del 5 de diciembre de 1878, dirigida al pastor J. N. Andrews, que acababa de perder una hija mientras trabajaba en Europa).

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