miércoles, 12 de junio de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

En el taller de Dios


Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
1 Pedro 2:5.


El templo judío fué construído con piedras labradas, cortadas en las montañas; y cada piedra era apropiada para ocupar su lugar en el templo, labrada, pulida y probada, antes de ser llevada a Jerusalén. Y cuando todas fueron llevadas al lugar de la construcción, el edificio fué levantado, sin el sonido de hachas o martillos. Este edificio representa el templo espiritual de Dios, que está compuesto de material reunido de toda nación, y lengua y pueblo, de todas las clases, elevadas y bajas, ricos y pobres, cultos e incultos. Estas no son sustancias muertas que deban prepararse con la ayuda del martillo y el cincel. Son piedras vivas, cortadas del mundo por la verdad; y el gran Constructor Maestro, el Señor del templo, ahora está labrándolas y puliéndolas, y preparándolas para ocupar sus lugares respectivos en el templo espiritual. Cuando esté completo, será perfecto en todas sus partes, y será la admiración de los ángeles y los hombres, porque su Constructor y Hacedor es Dios.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 136, 137.


El cuidado manifestado en la construcción del templo, es una lección para nosotros acerca del cuidado que debemos manifestar en la edificación de nuestro carácter. No ha de usarse material barato. No debe hacerse una obra casual en el ensamble de las piezas diferentes. Cada pieza debe corresponder a otra pieza. Así como era el templo de Dios, también debe ser su iglesia. Su pueblo no debe poner en la construcción de su carácter madera sin valor, ni trabajo descuidado e indiferente.—Manuscrito 18, 1905.


Ahora estamos en el taller de Dios, y el proceso está avanzando en estas horas de prueba para capacitarnos para el templo glorioso. Ahora no podemos ser indiferentes, negligentes, ni descuidados, y rehusar alejarnos del pecado ... y esperar llegar a ser puros y santos y aptos en carácter, según la similitud de un palacio. ... Ahora es el día de preparación, ahora es el tiempo cuando podemos quitar nuestros defectos.—Carta 60, 1886, pp. 8.

Una piedra que no brilla carece de valor. Lo que constituye el valor de nuestra iglesia no son piedras muertas y sin lustre, sino piedras vivas, piedras que captan los brillantes rayos de la Piedra principal, el Sol de Justicia.—Carta 15, 1892, pp. 5-7.

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