lunes, 29 de julio de 2013

La Ley de la Libertad. SANTIAGO 2:1

Stg 2:1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.
Stg 2:2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso,
Stg 2:3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
Stg 2:4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
Stg 2:5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
Stg 2:6 Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
Stg 2:7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?
Stg 2:8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;
Stg 2:9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.
Stg 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
Stg 2:11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.

Stg 2:12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.

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