martes, 23 de julio de 2013

Los pastores no deben presentar solo las verdades agradables.

El ministro de Cristo no debe presentar a la gente tan sólo las verdades más agradables, ocultándole las que puedan causarle dolor. Debe observar con intensa solicitud el desarrollo del carácter. Si ve que cualquiera de su rebaño fomenta un pecado, como fiel pastor debe darle, basado en la Palabra de Dios, instrucciones aplicables a su caso. Si permite que sigan, sin amonestación alguna, confiando en sí mismos, será responsable por sus almas. El pastor que cumple su elevado cometido debe dar a su pueblo fiel instrucción en cuanto a todos los puntos de la fe cristiana y mostrarle lo que debe ser y hacer a fin de ser hallado perfecto en el día de Dios. Sólo el que es fiel maestro de la verdad podrá decir con Pablo al fin de su obra: “Soy limpio de la sangre de todos.” HAp 315.4

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