viernes, 12 de julio de 2013

Nuestra Elevada Vocación.



Las sonrisas de Dios
La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella. Proverbios 10:22.
Ninguna cosa puede proporcionarnos verdadero bien sin la bendición de Dios. Lo que Dios bendice, está bendito. Por lo tanto “mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores”. Salmos 37:16. Poco con la bendición de Dios, resulta más eficiente y se extenderá más. La gracia de Dios hará que un poco vaya hasta una gran distancia. Cuando nos consagramos a las cosas del reino de Dios, él tendrá en cuenta nuestras cosas.—Carta 8, 1873, pp. 4.
El Señor nos ha concedido preciosas bendiciones en las sencillas flores de los campos, en la fragancia tan grata para nuestros sentidos. El ha dotado a cada flor de hermosura, porque es el gran Artista maestro. El que ha creado las hermosas cosas de la naturaleza, realizará cosas aún mayores por el alma. Dios es amante de lo bello, y él adornará nuestros caracteres con sus propias ricas gracias. El quiere que nuestras palabras sean tan fragantes como las flores del campo. El nos ha dado bendiciones en la provisión diaria para nuestra necesidad física. El pan que comemos tiene sobre sí la imagen y la inscripción de la cruz.—Carta 97, 1895, pp. 7, 8.
Son realmente bendecidos únicamente aquellos cuya principal preocupación consiste en asegurar las bendiciones que alimentarán el alma y perdurarán para siempre. Nuestro Salvador nos dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33. Dios nos tiene en consideración y no se olvida de derramar sus bendiciones temporales sobre nosotros. Nuestro bien terrenal no escapa a la preocupación de nuestro Padre celestial. El sabe que tenemos necesidad de estas cosas. ... Cuando Dios sonríe sobre nuestros esfuerzos, eso vale más que cualquier ganancia terrenal.—Carta 8, 1873, pp. 4.
 
Toda bendición que Dios ha concedido a su pueblo en el pasado debiera mantenerse fresca en la memoria, como una segura promesa de futuras bendiciones más ricas y abundantes que él está dispuesto a derramar.—Manuscrito 65, 1912; The S.D.A. Bible Commentary 4:1183.
No hay límites a las bendiciones que es nuestro privilegio recibir.—Carta 179, 1902


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