jueves, 7 de noviembre de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

Una señal del pacto eterno

Y estará el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.
Génesis 9:16.

Hace algún tiempo fuimos favorecidos con la contemplación del arco iris más hermoso que hayamos visto. A menudo habíamos visitado galerías de arte, y habíamos admirado la habilidad desplegada por el artista en cuadros que representaban el gran arco de la promesa de Dios. Pero aquí contemplamos variados matices: carmesí, púrpura, azul, verde, plateado y dorado, todos perfectamente unidos por el gran Maestro Artista. Quedamos extasiados al contemplar este glorioso cuadro en los cielos.

Mientras mirábamos este cuadro, el sello y la señal de la promesa hecha por Dios al hombre de que la tempestad de su ira no desolaría nunca más al mundo con las aguas de un diluvio, vimos que otros ojos que no eran finitos también contemplaban esta escena. Los ángeles se regocijan cuando miran esta preciosa señal del amor de Dios al hombre. El Redentor del mundo la contempla, porque fué mediante su intervención como este arco se colocó en los cielos como una señal o pacto de promesa para el hombre. Dios mismo contempla el arco en las nubes, y recuerda su pacto eterno entre él y el hombre. ... El arco iris representa el amor de Cristo que rodea la tierra, y llega hasta las profundidades de los cielos relacionando a los hombres con Dios, y uniendo la tierra con el cielo.

Cuando contemplamos esta hermosa escena, podemos regocijarnos en Dios, al tener la seguridad de que él mismo contempla esa señal de su pacto, y de que cuando él la ve recuerda a los hijos de la tierra a quienes les fué dada. Sus aflicciones, peligros y pruebas no pasan inadvertidos para él. Podemos regocijarnos en esperanza, porque el arco del pacto de Dios está entre nosotros. El nunca olvidará a sus hijos del cuidado divino. Cuán difícil es para la mente del hombre finito apoderarse del amor peculiar y la ternura de Dios, y su incomparable condescendencia cuando dijo: “Y estará el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente”.
¡Oh! cuán fácil es que nos olvidemos de Dios, cuando él nunca nos olvida; él nos visita a cada hora con sus misericordias.—The Review and Herald, 26 de febrero de 1880.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El plan de Dios para nuestras casas editoriales

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová,” para “publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel; a promulgar ...