lunes, 13 de enero de 2014

SER SEMEJANTE A JESÚS.

espiritual por medio de la oración

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Marcos 1:35.

Porque la vida de Jesús fue una vida de confianza constante, sostenida por la comunión continua, su servicio para el cielo fue sin fracaso ni vacilación. Diariamente asediado por la tentación, constantemente contrariado por los dirigentes del pueblo, Cristo sabía que debía fortalecer su humanidad por medio de la oración. Con el fin de ser útil a la humanidad, debía comulgar con Dios, y obtener de él energía, perseverancia y constancia.

El Salvador amaba la soledad de la montaña para estar en comunión con su Padre. Durante el día trabajaba ardorosamente para salvar a hombres, a mujeres y a niños de la destrucción. Sanaba a los enfermos, consolaba a los que lloraban, devolvía la vida a los muertos, e infundía esperanza y alegría a los que desesperaban. Terminada su labor del día se apartaba, noche tras noche, de la confusión de la ciudad, y se postraba ante su Padre en oración. Con frecuencia seguía elevando sus peticiones durante toda la noche; pero salía de estos momentos de comunión vigorizado y refrigerado, fortalecido para el deber y la prueba.

¿Están los ministros de Cristo tentados y fieramente azotados por Satanás? Así también lo fue Aquel que no conoció pecado. En la hora de angustia se volvía hacia su Padre. Siendo él mismo una fuente de bendición y fuerza, podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos; podía dar órdenes a la tempestad y ésta le obedecía; sin embargo, oraba muchas veces con fuerte clamor y lágrimas. Oraba por sus discípulos y por sí mismo, identificándose así con los seres humanos. Él era poderoso en la oración. Como Príncipe de la vida, tenía poder con Dios, y prevalecía...  

Los que enseñan y predican más eficazmente son quienes esperan humildemente en Dios, quienes tienen hambre de dirección y gracia. Velar, orar, trabajar, tal es la consigna del cristiano. La vida de un verdadero cristiano es una vida de oración constante. Él sabe que la luz y fuerza de un día no bastan para las pruebas y los conflictos del siguiente. Satanás está de continuo cambiando sus tentaciones. Cada día nos veremos colocados en circunstancias diferentes; y en las escenas desconocidas que nos aguardan, estaremos rodeados de nuevos peligros y constantemente asaltados por tentaciones nuevas e inesperadas. Es únicamente por la fuerza y gracia recibidas del cielo como podemos esperar vencer las tentaciones y cumplir los deberes que se nos presentan.—Obreros Evangélicos, 269-271.

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