jueves, 20 de febrero de 2014

SER SEMEJANTE A JESÚS.

La obediencia dará como resultado la felicidad

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores... sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.
Salmos 1:1, 2.

Es esencial que cada súbdito del reino de Dios sea obediente a la ley de Jehová, para que su gloria infinita pueda tener un establecimiento perfecto. Los profesos seguidores de Cristo son probados en esta vida para ver si serán o no obedientes a Dios. La obediencia dará como resultado la felicidad, y asegurará la recompensa de la vida eterna.

El fracaso por parte de Adán en un punto resultó en consecuencias terribles, y el pecado se ha desarrollado hasta proporciones tan vastas, que no se puede medir. Pero en medio de la rebelión y apostasía, en medio de los que fueron desleales, impenitentes y obstinados, Dios mira hacia abajo, sobre los que le aman y guardan sus mandamientos, y dice: “Yo amo a los que me aman”, y haré que tengan su heredad. Proverbios 8:17, 21. “Yo tomaré venganza de mis enemigos, y daré la retribución a los que me aborrecen”. Deuteronomio 32:41.

Cristo vivió de acuerdo con los principios del gobierno moral de Dios, y cumplió las especificaciones de la ley de Dios. Representó los beneficios de la ley en su vida humana.

El hecho de que la ley es santa, justa y buena debe ser puesto de manifiesto delante de todas las naciones, las lenguas y los pueblos, delante de los mundos no caídos, los ángeles, los serafines y los querubines. Los principios de la ley de Dios se manifiestan en el carácter de Jesucristo, y los que cooperan con Cristo, llegando a participar de la naturaleza divina, desarrollan el carácter divino y se convierten en una ilustración de la ley divina. Cristo en el corazón conducirá al ser entero, espíritu, alma y cuerpo, a que esté cautivo a la obediencia de justicia. Los verdaderos seguidores de Cristo estarán en conformidad con la mente, la voluntad y el carácter de Dios, y los principios trascendentales de la ley se demostrarán en la humanidad...

Satanás ha declarado que Dios no sabía nada de abnegación, misericordia y amor, sino que era severo, exigente e implacable. Satanás nunca probó el amor perdonador de Dios porque nunca ejerció un genuino arrepentimiento. Sus representaciones de Dios eran incorrectas; fue un falso testigo, un acusador de Cristo, y un acusador de todos los que se sacuden el yugo satánico y vuelven a rendir una lealtad de corazón al Dios del cielo.—The Review and Herald, 9 de marzo de 1897

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