miércoles, 7 de enero de 2015

¿Dónde invertiremos?


Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:20, 21.
Las especulaciones financieras son trampas de Satanás colocadas para atrapar almas. En todas las transacciones financieras la única salvaguardia del hombre es el amor y el temor de Dios. Se ven en nuestro mundo de hoy las mismas prácticas deshonestas que prevalecieron antes que el diluvio barriera la corrupción moral de la tierra, y que también prevalecieron en Sodoma antes que el fuego proveniente del cielo consumiera a sus malvados habitantes. Satanás embarga las mentes de los hombres con perspectivas ensoñadoras de grandes ganancias; y en su codicia, los que ceden dicen cosas que son definidamente faltas de veracidad. Dios y la verdad quedan olvidados...
Dios desea que sus siervos eviten toda especulación. Satanás puede prepararles el camino haciendo que su primera inversión resulte exitosa, pero, ¡oh! ¡cuán amargo será el resultado final! Si el cristiano profeso tiene éxito en su primera especulación, su ruina es casi segura. Se entra atropelladamente en proyectos visionarios a medida que los que los proyectan los presentan como empresas promisorias, que según ellos declaran, pagarán con creces todo dinero invertido. De esta manera hombres buenos resultan fascinados y engañados...
Los que conocen la verdad, en vez de meterse en especulaciones, consigan un empleo firme y honesto mediante el cual puedan ganar lo necesario en una forma que glorifique a Dios. Los que estimulan la sed por la especulación extinguirán de esta forma la luz que Dios ha dado para guiar rectamente sus pies. Al hacer dinero fácilmente lo gastarán en forma imprudente, y su prodigalidad llegará a ser su ruina. A fin de mantener sus hábitos de indulgencia egoísta, deberán continuar ganando dinero rápidamente. El esfuerzo por hacer dinero con rapidez suficiente para cubrir sus despilfarros, atrae a muchos al infierno del juego...
Mi oración a nuestro Padre celestial es: Señor, permite que la luz clara resplandezca. La Palabra de Dios, cuando se estudia cuidadosamente y con oración, mantiene a los hombres en un correcto equilibrio. En ella encontramos claramente definido el camino de Dios. Ninguno que escudriña con sinceridad la Palabra andará en tinieblas. Pero no podemos arrojar a un lado la luz que Dios envía y caminar al mismo tiempo en sus rayos. Para ser realmente cristianos, debemos ser cristianos en todas las cosas, revelando sus virtudes y haciendo sus obras. La verdad es nuestra salvaguardia. Implantada en el corazón por el Espíritu Santo, nos capacitará para ver claramente la diferencia entre lo que es correcto y lo que es incorrecto.—Manuscrito 26a, 1890, “Una advertencia contra la especulación financiera”.

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