jueves, 5 de febrero de 2015

Tiempo de despertar

No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis. 1 Corintios 15:33, 34.

¡Despierten, hermanos y hermanas, despierten! Proclamen el Evangelio en su sencillez. Escuchen lo que dice la Escritura como si de ello dependieran sus vidas. Es de la mayor importancia que escuchen correctamente, que purifiquen sus corazones del egoísmo, porque está en juego su bienestar eterno. ¿Están buscando la Perla de gran precio? ¿Se están precaviendo contra los engaños de Satanás? ¿O están listos para recibir las sugerencias de los que se han apartado de la fe, y dar oídos a espíritus seductores? La salvación de ustedes depende de su correcta manera de oír, y de recibir con humildad la Palabra injertada.

¿Se reconciliarán con Dios y obedecerán sus mandamientos, a fin de que puedan ser santificados en cuerpo, alma y espíritu? Han sido comprados por precio, por la muerte del unigénito Hijo de Dios. Sus corazones siguen latiendo. De esa pulsación depende su vida. Su latido es independiente de la voluntad de ustedes. Comen y duermen con indiferencia negligente. Pero el cuidado protector de Dios sobre ustedes es incesante. Controla el flujo y reflujo de la corriente vital. ¿Dónde está la gratitud que debiera levantarse de los labios humanos por su cuidado sustentador? ¿Dónde está el reconocimiento por su incesante desvelo?...
¡Despierten, despierten! Abandonen el orgullo y olviden su postura de indiferencia. Para ustedes, el tiempo de prueba ha llegado y deben tomar posiciones con Cristo o contra El. ¿De qué lado están? ¿Con el mundo o con Cristo? ¿Están recibiendo la verdad y preparándose para hablar en sazón a fin de atraer la atención de los descuidados e indiferentes? Dios demanda decididos cambios de actitud. La verdad que poseen es la Palabra del Dios viviente. ¿Qué están haciendo para cumplir con las demandas del Evangelio? ¿Es su mayor deseo conocer la voluntad de Aquel que se dio a sí mismo por ustedes en abnegación y sacrificio, a fin de que puedan llegar a ser hijos e hijas de Dios? ¿Están buscando despertar a las almas para que se interesen en las realidades eternas?
Ahora es el momento en que ustedes deben aprender cómo trabajar fervorosa e inteligentemente en favor de la salvación de los que están a punto de perecer. No entren en componendas con los poderes de las tinieblas. Sepan cuáles son las demandas de la ley de Dios y obedézcanlas de corazón. Entonces sus vidas relucirán en medio de las tinieblas espirituales del mundo.—Carta 32, del 5 de febrero de 1907, dirigida a los miembros de iglesia en Melbourne, Australia, y sus alrededores.*

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