miércoles, 11 de febrero de 2015

Yugos

¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? Isaías 58:6.
Hay mucha profesión externa en nuestro mundo y abunda la autojustificación, pero las evidencias de la obra profunda de la gracia en los corazones no son tan evidentes. Delante de nosotros hay un tema muy serio y solemne. Ha llegado el tiempo cuando toda persona debiera comprender que tiene un alma que salvar o perder, un cielo que ganar y un infierno que evitar. Necesitamos comprender qué es lo que debemos hacer a fin de ser salvos...
En la experiencia del pueblo de Dios ha habido yugos... que Dios nunca ordenó que existiesen, yugos que han echado a perder grandemente la experiencia y han ofendido al Señor Dios de Israel. El hecho de que un hombre desempeñe responsabilidades en la iglesia no le da libertad para gobernar la mente y el juicio de otros por quienes el Señor está trabajando. El Señor desea que cada alma que está a su servicio comprenda qué clase de obra es la que se requiere de ella...
Dios ha dado la instrucción de quebrar todo yugo. Somos uno; uno en Cristo Jesús. No es la posición la que hace al hombre. La posición no otorga libertad para ejercer poder arbitrariamente sobre otros. Es consejo lo que se necesita; debe manifestarse rectitud de conducta acompañada de mansedumbre y humildad de pensamiento, y un espíritu dispuesto a buscar al Señor hasta que se lo encuentre.
“Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía”. Isaías 58:9, 10. Alabemos a Dios porque podemos hacer nuestra esta promesa si cumplimos con las condiciones. Cuando no sepamos qué camino escoger, si seguimos sus directivas, vendrá luz directamente de Dios a nosotros...
Sometámonos al Señor Dios de Israel. Usted puede tener su forma peculiar de ser, yo puedo tener la mía, y algunos otros la de ellos; pero bajo la dirección de Dios esa forma será aceptable. Si no estamos bajo el control de Dios, si no nos conduce la inspiración de su Espíritu, nuestra manera de ser no será aceptable. Lo que necesitamos es permanecer en una relación correcta con el gran YO SOY. Cuando estamos en una correcta relación con El podemos realizar lo que Cristo nos comisionó.—Manuscrito 9, copiado el 11 de febrero de 1909, “Dos clases de servicio”.*

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