viernes, 17 de abril de 2015

Confíen en sus hermanos


Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Mateo 23:8.
Hace algunos días recibí copias de varios documentos dirigidos al hermano N por diferentes hombres que están en posiciones oficiales. Leí esos documentos. Durante la noche pasó una escena delante de mí. El hermano N y su esposa estaban mirando esos documentos. Mientras ellos hablaban, se colocó a su lado, no Aquel que en cierta ocasión había aparecido al hermano N -el Mensajero del cielo -, sino un mensajero maligno, que insinuó en la mente del hermano N la creencia de que sus hermanos querían lograr el control de su propiedad y excluirlos a él y su esposa de la obra. La hermana N prestó su asentimiento a las declaraciones suspicaces y falsas del mensajero del mal en relación con los hermanos con los cuales acababan de completar una transacción comercial. El mensajero les dijo que ellos habían sido dejados a un lado en su edad avanzada a fin de que estos hermanos pudieran llevar adelante la obra que ellos habían comenzado. La hermana N aceptó esta declaración. Muchos informes falsos fueron recibidos como si fueran verdad...
A continuación me fue presentado el hermano N escribiendo cartas que contenían estos informes falsos. Lo impulsaba el espíritu del enemigo. Los ángeles de Dios lo contemplaban mientras él dirigía palabras al hermano O tratando de lograr su simpatía.
Entonces hubo un cambio en la escena. Escuché palabras de consejo que le eran dirigidas al hermano N por sus hermanos, pero él no se manifestó dispuesto a recibir ayuda de los que siempre habían sido sus amigos sinceros. Me fue mostrado que el hermano N y su esposa estaban engañados por el enemigo. Habían llegado a caer presa de sus tentaciones y se estaban engañando a sí mismos para su propio daño...
Mi hermano y hermana, ahora tienen la palabra de consejo del Mensajero de Dios. Por ceder a los celos, corren el peligro de contrarrestar la buena obra que han hecho. Deténganse allí mismo donde están. El Señor los ha ayudado. El ha obrado en favor de ustedes...
Hermano y hermana N, al dárseles la oportunidad de ser aliviados de sus tareas, se debieran haber considerado favorecidos más bien que maltratados. No obstante, un enemigo ha estado trabajando en sus mentes.
Dirigiéndose a ustedes, el Mensajero del Señor dijo: “Dejen de escuchar las sugerencias del enemigo. Dejen que el Señor los conduzca. Transiten por el sendero de su providencia. No traicionen la obra, colocándola en las manos del enemigo al ceder a sus malas sugerencias. Miren a Jesús. El los perdonará y los conducirá. En ninguna circunstancia deben apartarse de sus hermanos, porque ellos han sido sus verdaderso amigos”.—Carta 61, del 17 de abril de 1902, dirigida a una pareja que había iniciado la obra en el sur de los Estados Unidos.*

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