martes, 14 de abril de 2015

Nuestro mensaje


¿Cuál es el mensaje que hemos de dar? “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Quiero decirles a mis hermanos en el ministerio: Proseguid esta obra con tacto y eficiencia. Poned al trabajo a los jóvenes y las señoritas en nuestras iglesias. Combinad la obra médica misionera con la proclamación del mensaje del tercer ángel. Haced un esfuerzo regular y organizado para levantar a las iglesias del estancamiento en el cual han caído, y en el cual han permanecido durante años. Enviad a las iglesias a obreros que presenten los principios de la reforma pro salud en su relación con el mensaje del tercer ángel ante cada familia e individuo. Animad a todos a tomar parte en la obra en favor de sus semejantes, y veréis si el soplo de vida no retorna rápidamente a esas iglesias.
Estudiad fielmente el capítulo 33 de Ezequiel. La obra que se realiza en el ramo médico misionero es precisamente la obra que Cristo ordenó a sus seguidores que hicieran. ¿No veis claramente que los que se ocupan en esta obra están cumpliendo la comisión del Salvador? ¿No veis que agradaría a vuestro Salvador si dejarais a un lado toda falsa dignidad y aprendierais en su escuela cómo tomar su yugo para llevar sus cargas?
Testimonios para los Ministros, pp.415,416.

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