miércoles, 10 de enero de 2018

Obispa Helga – Apóstol diaconal

BABILONIA

Obispa Helga – Apóstol diaconal
Obispa Helga. Foto: Albin Hillert/CMI
22 de diciembre de 2017
Versión en español publicada el: 22 de diciembre de 2017
Marianne Ejdersten*
Este año se cumplió el V Centenario de la Reforma que fue conmemorado durante todo el año. Muchas cosas sucedieron en el mundo. La Reforma es permanente en iglesias de todas partes del mundo. Constantemente se mantienen discusiones sobre cómo debería ser la iglesia hoy en día y cómo llegar con el evangelio. Este año, Noticias del CMI se reunió con la obispa Helga Haugland Byfuglien, una de las mujeres más prominente y con mayor experiencia de los obispos luteranos del mundo.
La obispa Helga es la obispa presidenta de Noruega, cargo que en otros países equivale al de arzobispa. Sirvió como obispa durante 12 años y desde hace seis es Preses (obispa presidenta). Nos reunimos con ella en Oslo el día antes de la entrega del Premio Nobel de la Paz a  la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN por su sigla en inglés) que le fuera otorgado por su labor para acabar con dichas armas. Movimiento popular por la paz, ICAN recibe este año ese premio por su trabajo. La ciudad está llena de amantes, militantes y defensores de la paz de todas las edades y todas partes del mundo. La obispa Helga dirigirá el servicio religioso en nombre de la paz que tendrá lugar a las 17.00 en la Iglesia de la Santa Trinidad de Oslo. El Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), fue invitado a predicar sobre el tema Construir la paz es un trabajo sagrado. Vamos juntas del hall de la iglesia hasta la Iglesia de la Trinidad,  charlando con entusiasmo del rol de la Iglesia de Noruega en el país y de la separación de la iglesia y el Estado desde el 1 de enero de este año. La obispa Helga señala la importancia que reviste ser una iglesia pertinente hoy en día e interpretar los signos del tiempo con profundidad espiritual. Caminamos por las calles de Oslo y cruzamos a una cantidad de personas que sonríen al reconocerla con su camisa de obispa, un chal morado, un tapado de invierno y botas altas. Ella les sonríe y charla con algunas. Es como caminar en medio del pueblo con el sacerdote local.

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