1 Sam. 25: 2-17. 
"Engañosa es la gracia, y 
vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa 
será alabada." (Prov. 31: 30). 
En el carácter de Abigail, la esposa de 
Nabal, tenemos una ilustración de lo que debe ser la mujer según la orden de 
Cristo, mientras que su esposo ilustra lo que un hombre puede llegar a ser al 
entregarse al dominio de Satanás ( SDA Bible Commentary , tomo 2, pág. 1022). 
Cuando David huía de Saúl, había acampado cerca de las posesiones de 
Nabal, y había protegido los rebaños y a los pastores de ese hombre. . . En un 
momento de necesidad, David envió mensajeros a Nabal con un mensaje cortés, 
pidiendo alimento para sí y sus hombres; Nabal contestó insolentemente, 
devolviendo mal por bien, y rehusando compartir su abundancia con sus prójimos. 
Ningún mensaje pudo haber sido más respetuoso que el que David envió a ese 
hombre, pero Nabal acusó falsamente a David y a sus hombres a fin de 
justificarse en su egoísmo, y representó a David y sus seguidores como siervos 
fugitivos. Cuando el mensajero volvió con ese insolente vituperio, David se 
indignó y decidió tomar una rápida venganza. Uno de los jóvenes sirvientes de 
Nabal, temiendo los malos resultados que seguirían a la insolencia de su amo, 
fue y declaró el caso a su esposa, sabiendo que ella tenía un espíritu diferente 
del de su marido, y que era una mujer muy juiciosa. . . 
Abigail comprendió que debía hacerse algo para impedir los resultados de 
la falta de Nabal, y que debía actuar inmediatamente tomando la responsabilidad 
sin el consejo de su esposo. Sabia que sería inútil hablarle, porque recibiría 
su proposición tan sólo con insultos y desprecio. Le recordaría a ella que él 
era quien mandaba en su casa, que ella era su esposa, y por lo tanto sujeta a 
él, y debía actuar como él dictara. . . 
Sin su consentimiento, reunió 
provisiones a discreción para conciliar la ira de David; porque sabía que él 
estaba decidido a vengarse del insulto que había recibido. . . La conducta de 
Abigail frente a ese problema fue aprobada por Dios, y las circunstancias 
revelaron en ella un espíritu y un carácter nobles (Manuscrito 17, 1891