Ningún árbol del conocimiento del bien y del mal ofrecerá oportunidad a la tentación. No hay allí tentador ni posibilidad de injusticia.—La Educación, 291-292 (1903).
Oí exclamaciones de triunfo de parte de los ángeles y de los santos redimidos, que resonaban como diez mil instrumentos musicales, porque ya Satanás no los molestaría ni los tentaría más, y porque los habitantes de los otros mundos habían sido librados de él y de sus tentaciones.—La Historia de la Redención, 436 (1858).