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jueves, 21 de noviembre de 2024

Progresemos y aumentemos nuestra eficiencia


El Señor desea que se siga proclamando con creciente eficiencia el mensaje del tercer ángel. Como obró él en todos los siglos para dar victorias a su pueblo, en esta época anhela llevar a un triunfante cumplimiento sus propósitos en favor de su iglesia. Invita a sus santos creyentes a que progresen unánimemente, adquiriendo cada vez más fuerza y pasando de la fe a una seguridad y confianza acrecidas en la verdad y la justicia de su causa.

Debemos permanecer firmes como una roca en los principios de la Palabra de Dios, recordando que Dios está con nosotros para darnos fuerza con que arrostrar toda nueva situación. Sostengamos siempre en nuestra vida los principios de la justicia, a fin de poder avanzar de fuerza en fuerza en el nombre del Señor. Debemos tener por muy sagrada la fe que fué confirmada por la instrucción y la aprobación del Espíritu de Dios desde nuestra primera experiencia hasta el tiempo actual. Hemos de tener por muy preciosa la obra que el Señor ha estado realizando por intermedio de su pueblo que observa los mandamientos y que, por el poder de su gracia, irá fortaleciéndose y haciéndose más eficiente a medida que transcurra el tiempo. El enemigo está procurando anublar el discernimiento de los hijos de Dios y debilitar su eficiencia, pero si ellos quieren trabajar como lo indica el Espíritu de Dios, abrirá delante de ellos puertas y oportunidades para reparar los muros antiguos asolados. Experimentarán un constante crecimiento hasta que el Señor descienda del cielo con poder y grande gloria para poner el sello del triunfo final sobre sus fieles. La obra que nos espera es de tal naturaleza que exigirá el ejercicio de toda facultad del ser humano. Exigirá el ejercicio de una fe enérgica y una vigilancia constante. A veces las dificultades que habremos de arrostrar serán muy descorazonadoras. La misma magnitud de la tarea nos espantará. Y sin embargo, con la ayuda de Dios, sus siervos triunfarán finalmente. “Por tanto—hermanos míos,—pido que no desmayéis” por los incidentes penosos que os esperan. Jesús estará con vosotros; irá delante de vosotros por su Espíritu Santo, preparando el camino; y será vuestro auxiliar en toda emergencia. “Por esta causa doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra, que os dé conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu.” Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potencia que obra en nosotros, a él sea gloria en la iglesia por Cristo Jesús, por todas edades del siglo de los siglos. Amén.” Efesios 3:13-21.

*****

Me han impresionado profundamente las escenas que desfilaron últimamente delante de mí en las horas de la noche. Parecía que se realizaba en muchos lugares un gran movimiento, una obra de reavivamiento. Nuestro pueblo estrechaba sus filas en respuesta al llamamiento de Dios. Hermanos míos, el Señor nos está hablando. ¿No escucharemos su voz? ¿No aderezaremos nuestras lámparas, para actuar como hombres que esperan la venida de su Señor? El momento actual exige que llevemos la luz y actuemos.

Hermanos, “os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados; con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a los otros en amor; solícitos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” Efesios 4:1-3.

Viene algo GRANDE y TERRIBLE - Las 7 últimas plagas del apocalipsis


 Las copas de ira 16 Luego oí que del templo salía una fuerte voz, que les decía a los siete ángeles: «¡Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios!» 2 El primer ángel fue y derramó su copa sobre la tierra, y a todos los que tenían la marca de la bestia y adoraban su imagen les salió una úlcera maligna y pestilente. 3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y el mar se convirtió en sangre, como de la sangre de un muerto; y murieron todos los seres vivos que había en el mar. 4 El tercer ángel derramó su copa sobre ríos y manantiales, y sus aguas se convirtieron en sangre. 5 Y oí que el ángel de las aguas decía: «Justo eres tú, Señor, el que eres, y el que eras; el Santo que ha juzgado estas cosas. 6 Tú les has dado a beber sangre, pues ellos se lo merecen porque derramaron la sangre de los santos y de los profetas.»

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 21 - Fieles en lo Poco


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 21 - Fieles en lo Poco

miércoles, 20 de noviembre de 2024

“Hasta el fin”

Joyas de los Testimonios 3

Ruego fervorosamente que la obra que hagamos en este tiempo se grabe profundamente en el corazón, la mente y el alma. Aumentarán las perplejidades; pero animémonos unos a otros como creyentes en Dios. No arriemos el estandarte; mantengámoslo bien en alto y miremos a Aquel que es el Autor y Consumador de nuestra fe. Cuando de noche no puedo dormir, elevo mi corazón en oración a Dios y él me fortalece, y me imparte la seguridad de que está con sus siervos que ministran en este campo y los países lejanos. Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel sigue guiando a su pueblo, y que continuará acompañándolo, aun “hasta el fin.”

Se me ha indicado que diga a nuestros hermanos del ministerio: Sean los mensajes que provienen de vuestros labios cargados del poder del Espíritu de Dios. Si hubo un tiempo en el cual nos fuera necesaria la dirección especial del Espíritu Santo, es ahora. Necesitamos una consagración cabal. Es harto tiempo de dar al mundo una demostración del poder de Dios en nuestra propia vida y en nuestro ministerio.

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 20 - Trabajad donde Estáis


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 20 - Trabajad donde Estáis

lunes, 18 de noviembre de 2024

Influencia de los obreros de más edad


Deseo mucho que los viejos soldados de la cruz, los que han encanecido sirviendo al Maestro, continúen dando su testimonio directo, a fin de que los más jóvenes en la fe puedan comprender que los mensajes que el Señor nos ha dado son muy importantes en esta época de la historia de la tierra. Nuestra experiencia pasada no ha perdido un tilde de su vigor.

Tengan todos cuidado de no desalentar a estos primeros obreros, ni hacerles sentir que poco pueden hacer. Su influencia puede ejercerse todavía poderosamente en la obra del Señor. El testimonio de los ancianos ministros será siempre una ayuda y una bendición para la iglesia. Dios velará noche y día sobre sus portaestandartes probados y fieles, hasta el momento en que hayan de deponer la armadura. Tengan ellos la seguridad de que están bajo el cuidado protector de Aquel que nunca se duerme; y que sobre ellos velan centinelas incansables. Sabiendo esto y comprendiendo que permanecen en Cristo, pueden descansar confiadamente en las providencias de Dios.

YA ES TIEMPO QUE SE VAYAN AL CAMPO (Walter & Martin)


 La obra se hará contigo o sin ti, porque esta obra es de Dios. Pero si Dios toca tu corazón y quieres donar a este canal con alegría y ayudarme a que la carga sea menos pesada, hazlo escribiéndome a vigilantesdedios@gmail.com O hazlo en Paypal : https://www.paypal.com/paypalme/herodys Dios te guarde hermanito y hermanita de la gran crisis que se aproxima para probar a los moradores de la tierra. El zarandeo comenzó!!

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 18 - Instrumentos de Justicia


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 18 - Instrumentos de Justicia

domingo, 17 de noviembre de 2024

Una palabra personal


Anhelaría dedicarme personalmente al trabajo ferviente en el campo, y me dedicaría por cierto más a la obra en público, si no creyese que a mi edad no es prudente abusar de las fuerzas físicas. Tengo una obra que hacer en lo que se refiere a comunicar a la iglesia y al mundo la luz que me ha sido confiada a través de los años durante los cuales se ha estado proclamando el mensaje del tercer ángel. Mi corazón rebosa del más ferviente deseo de presentar esta verdad a todos aquellos a quienes se pueda alcanzar. Y estoy todavía desempeñando una parte en la preparación de materiales que han de ser publicados. Pero tengo que obrar muy cuidadosamente, no sea que me ponga en situación de no poder escribir en absoluto. No sé cuánto tiempo podré vivir, pero no sufre mi salud los achaques que podría sufrir.

Después del congreso de la Asociación General de 1909, pasé varias semanas asistiendo a congresos y otras reuniones generales, y visitando diversas instituciones en la Nueva Inglaterra, los estados centrales de los Estados Unidos y del medio oeste. Al regresar a mi casa de California, reanudé el trabajo de preparar material para la prensa. Durante los últimos cuatro años he escrito comparativamente pocas cartas. La fuerza que me queda la he dedicado mayormente a completar el importante trabajo con los libros. Ocasionalmente he asistido a reuniones, y he visitado instituciones de California, pero la mayor parte del tiempo transcurrido desde el último congreso de la Asociación General lo he dedicado a trabajar con los manuscritos en mi casa de campo, Elmshaven, cerca de Santa Elena. Siento agradecimiento porque el Señor conserva mi vida para trabajar un poco más en mis libros. ¡Ojalá que tuviese la fuerza de hacer todo lo que veo debiera hacer! Ruego que me imparta sabiduría, para que las verdades que tanto necesita nuestro pueblo puedan ser presentadas en forma clara y aceptable. Me siento animada a creer que Dios me capacitará para hacer esto. Mi interés en la obra en general sigue tan profundo como en cualquier momento anterior, y deseo muchísimo que la causa de la verdad presente progrese firmemente en todas partes del mundo. Pero creo que no sería prudente intentar mucho trabajo en público mientras que el trabajo con los libros exige que lo vigile. Me ayudan algunos de los mejores obreros, los que en la providencia de Dios estuvieron relacionados conmigo en Australia, juntamente con otros que se me han unido desde que regresé a Estados Unidos. Doy gracias al Señor por estos auxiliares. Estamos todos muy ocupados haciendo lo mejor que podemos para preparar material que debe ser publicado. Quiero que la luz de la verdad vaya a todo lugar, para que ilumine a los que ahora ignoran las razones de nuestra fe. Hay días en que mis ojos me molestan y hasta me hacen sufrir mucho. Pero alabo al Señor porque me conserva la vista. A mi edad no sería extraño si no pudiese usar los ojos en absoluto. Siento más agradecimiento del que puedo expresar por el aliento del Espíritu del Señor, por el consuelo y la gracia que continúa dándome, porque me concede fuerza y oportunidad para impartir valor y ayuda a su pueblo. Mientras el Señor me conserve la vida, le seré fiel y leal, procurando hacer su voluntad y glorificar su nombre. El Señor aumente mi fe, para que pueda seguir adelante conociéndole y haciendo su voluntad más perfectamente. El Señor es bueno y muy digno de alabanza.

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 17 - Trabajando con Nuestros Talentos


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 17 - Trabajando con Nuestros Talentos

Ánimo en el señor


Ultimamente, durante la noche, el Espíritu Santo grabó en mi mente el pensamiento de que si el Señor viene tan pronto como creemos que va a venir, debemos manifestar en la presentación de la verdad a la gente mayor actividad que la que hemos manifestado en años pasados. En relación con esto, recordé la actividad de los creyentes adventistas de 1843 y 1844. En aquel entonces se hacían muchas visitas de casa en casa y esfuerzos incansables para amonestar a la gente con respecto a las cosas mencionadas en la Palabra de Dios. Debemos hacer un esfuerzo aun mayor que el que hicieron los que proclamaron tan fielmente el mensaje del primer ángel. Nos estamos acercando rápidamente al fin de la historia de esta tierra; y la comprensión de que Jesús viene realmente pronto, debe incitarnos a trabajar como nunca antes. Se nos ha ordenado que proclamemos la alarma entre la gente. Y en nuestra propia vida debemos manifestar el poder de la verdad y de la justicia. El mundo tendrá pronto que comparecer ante el gran Legislador para responder de la forma en que violó su ley. Pueden esperar perdón y paz únicamente aquellos que se aparten de la transgresión para obedecer. Hemos de enarbolar el estandarte sobre el cual está escrito: “Los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” La obediencia a la ley de Dios es el asunto de máxima importancia. No lo ocultemos. Debemos esforzarnos por despertar a los miembros de la iglesia y a los que no profesan la fe para que vean y obedezcan a los requerimientos de la ley del cielo. Hemos de magnificar esta ley y hacerla honorable. Cristo nos ha enviado a sembrar las semillas de la verdad, y a presentar con instancia a nuestros hermanos la importancia de la obra que han de hacer los que vivan en medio de las escenas finales de la historia de esta tierra. A medida que las palabras de verdad se proclamen en los caminos y los vallados, se ha de revelar la obra del Espíritu de Dios en los corazones humanos. ¡Oh, cuánto bien podría realizarse si todos los que poseen la verdad, la Palabra de vida, trabajasen para iluminar a los que no la poseen! Cuando los samaritanos vinieron a Cristo a invitación de la mujer samaritana, Cristo habló de ellos a sus discípulos como de un campo de cereal listo para la siega. “¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega?—dijo—He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega.” Cristo quedó con los samaritanos dos días; porque tenían hambre de oír la verdad. ¡Y cuán atareado estuvo durante esos días! Como resultado del trabajo que hizo entonces, “creyeron muchos más por la palabra de él.” He aquí el testimonio que dieron: “Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” Juan 4:35-42. ¿Quiénes de entre los que profesan ser el pueblo de Dios harán esta obra sagrada y trabajarán por las almas que perecen por falta de conocimiento? El mundo debe ser amonestado. Me fueron señalados muchos lugares donde se necesita hacer esfuerzos inspirados por una consagración fiel e incansable. Cristo está abriendo el corazón y la mente de muchos habitantes de nuestras grandes ciudades. Ellos necesitan las verdades de la Palabra de Dios; y si tan sólo queremos llegar al arrimo sagrado de Cristo, y luego procuramos acercarnos a esas personas, causaremos en ellas impresiones que les beneficiarán. Necesitamos despertarnos y ponernos en simpatía con Cristo y con nuestros semejantes. Hemos de trabajar inteligentemente en las ciudades grandes y pequeñas, y en los lugares cercanos y lejanos. Nunca emprendamos la retirada. El Señor hará las debidas impresiones en los corazones si trabajamos al unísono con su Espíritu. Tengo palabras de aliento para vosotros, hermanos míos. Debemos avanzar con fe y esperanza, esperando grandes cosas de Dios. El enemigo tratará en toda forma de estorbar los esfuerzos que se realicen para hacer progresar la verdad, pero en la fuerza del Señor podéis obtener éxito. No se dejen oír palabras de desaliento, sino solamente palabras que tiendan a fortalecer y sostener a vuestros colaboradores.

sábado, 16 de noviembre de 2024

viernes, 15 de noviembre de 2024

La recompensa del esfuerzo ferviente


“SI permaneciere la obra de alguno.... recibirá recompensa.” 1 Corintios 3:14. Gloriosa será la recompensa concedida cuando los fieles obreros se reúnan en derredor del trono de Dios y del Cordero. Cuando, en su estado mortal, Juan contempló la gloria de Dios, cayó como muerto; no pudo soportar la visión. Pero cuando los hijos de Dios hayan recibido la inmortalidad, le verán “como él es.” 1 Juan 3:2. Estarán delante del trono, aceptos en el Amado. Todos sus pecados habrán sido borrados, todas sus transgresiones expiadas. Entonces podrán mirar sin velo la gloria del trono de Dios. Habrán participado con Cristo en sus sufrimientos, habrán trabajado con él en el plan de la salvación, y participarán con él del gozo de ver las almas salvadas en el reino de Dios, para alabar allí a Dios durante toda la eternidad. Mi hermano, mi hermana, os ruego que os preparéis para la venida de Cristo en las nubes de los cielos. Día tras día, desechad de vuestro corazón el amor al mundo. Comprended por experiencia lo que significa tener comunión con Cristo. Preparaos para el juicio, para que cuando Cristo venga para ser admirado por todos los que creen, podáis estar entre aquellos que le recibirán en paz. En aquel día los redimidos resplandecerán en la gloria del Padre y del Hijo. Tocando sus arpas de oro, los ángeles darán la bienvenida al Rey y a los trofeos de su victoria: los que fueron lavados y emblanquecidos en la sangre del Cordero. Se elevará un canto de triunfo que llenará todo el cielo. Cristo habrá vencido. Entrará en los atrios celestiales acompañado por sus redimidos, testimonios de que su misión de sufrimiento y sacrificio no fué en vano. La resurrección y la ascensión de nuestro Señor constituyen una evidencia segura del triunfo de los santos de Dios sobre la muerte y el sepulcro, y una garantía de que el cielo está abierto para quienes lavan las vestiduras de su carácter y las emblanquecen en la sangre del Cordero. Jesús ascendió al Padre como representante de la familia humana, y allí llevará Dios a los que reflejan su imagen para que contemplen su gloria y participen de ella con él. Hay mansiones para los peregrinos de la tierra. Hay vestiduras, coronas de gloria y palmas de victoria para los justos. Todo lo que nos dejó perplejos en las providencias de Dios quedará aclarado en el mundo venidero. Las cosas difíciles de entender hallarán entonces su explicación. Los misterios de la gracia nos serán revelados. Donde nuestras mentes finitas discernían solamente confusión y promesas quebrantadas, veremos la más perfecta y hermosa armonía. Sabremos que el amor infinito ordenó los incidentes que nos parecieron más penosos. A medida que comprendamos el tierno cuidado de Aquel que hace que todas las cosas obren conjuntamente para nuestro bien, nos regocijaremos con gozo inefable y rebosante de gloria. No puede haber dolor en la atmósfera del cielo. En el hogar de los redimidos no habrá lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni indicios de luto. “No dirá el morador: Estoy enfermo: el pueblo que morare en ella será absuelto de pecado.” Isaías 33:24. Nos invadirá una grandiosa ola de felicidad que irá ahondándose a medida que transcurra la eternidad. Nos hallamos todavía en medio de las sombras y el torbellino de las actividades terrenales. Consideremos con sumo fervor el bienaventurado más allá. Que nuestra fe penetre a través de toda nube de tinieblas, y contemplemos a Aquel que murió por los pecados del mundo. Abrió las puertas del paraíso para todos los que le reciban y crean en él. Les da la potestad de llegar a ser hijos e hijas de Dios. Permitamos que las aflicciones que tanto nos apenan y agravian sean lecciones instructivas, que nos enseñen a avanzar hacia el blanco del premio de nuestra alta vocación en Cristo. Sintámonos alentados por el pensamiento de que el Señor vendrá pronto. Alegre nuestro corazón esta esperanza. “Aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” Hebreos 10:37. Bienaventurados son aquellos siervos que, cuando venga su Señor, sean hallados velando. Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La Nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios. No transcurrirá mucho tiempo antes que veamos a Aquel en quien ciframos nuestras esperanzas de vida eterna. Y en su presencia todas las pruebas y los sufrimientos de esta vida serán como nada. “No perdáis pues vuestra confianza que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” Hebreos 10:35-37. Alzad los ojos, sí, alzad los ojos, y permitid que vuestra fe aumente de continuo. Dejad que esta fe os guíe a lo largo de la senda estrecha que, pasando por las puertas de la ciudad de Dios, nos lleva al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria destinado a los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.” Santiago 5:7, 8.

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 15 - La Religión de las Cosas Pequeñas


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 15 - La Religión de las Cosas Pequeñas

jueves, 14 de noviembre de 2024

“Imitadores de Dios como hijos amados”


Toda alma verdaderamente convertida puede decir: “Soy mozo pequeño, pero soy hijo de Dios.” Costó un precio infinito el hacer posible que la filiación divina fuese devuelta a la familia humana. En el principio, Dios hizo al hombre a su semejanza. Nuestros primeros padres escucharon la voz del tentador y se entregaron al poder de Satanás. Pero el hombre no fué abandonado a las consecuencias del mal que había escogido. Le fué prometido un Libertador. Dios dijo a la serpiente: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Génesis 3:15. Antes de oír hablar de espinas y cardos, de las penas y dolores que habían de ser su suerte, o del polvo al cual debían tornar, nuestros primeros padres oyeron palabras que no podían sino infundirles esperanza. Todo lo que habían perdido cediendo a Satanás, podía recuperarse por medio de Cristo.

El Hijo de Dios fué dado para redimir a la familia humana. Mediante sufrimientos infinitos, sobrellevados por el Inocente en lugar del culpable, se pagó el precio que iba a redimir a la familia humana del poder del destructor y restaurar en ella la imagen divina. Los que aceptan la salvación que Cristo les trae, se humillarán ante Dios como niñitos. Dios quiere que sus hijos le pidan las cosas que le permitirán a él revelar su gracia al mundo mediante ellos. Quiere que busquen su consejo y reconozcan su poder. Con amor, Cristo reivindica sus derechos sobre aquellos por quienes dió su vida; si quieren compartir las alegrías reservadas a los que reflejan su carácter aquí, deben acatar su voluntad. Es bueno que sintamos nuestra debilidad; porque entonces buscaremos la fuerza y la sabiduría que el Padre se complace en dispensar a sus hijos para las luchas de cada día contra las potestades del mal.

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Aun cuando la instrucción, la preparación y los consejos de hombres de experiencia sean cosas esenciales, debe enseñarse a los obreros a no confiar exclusivamente en el juicio de hombre alguno. Como agentes libres de Dios, todos deben pedirle a él su sabiduría. Cuando el que está aprendiendo depende enteramente de los pensamientos de otro y sin ir más lejos acepta sus planes, sólo ve por los ojos de ese hombre y llega a ser, en este sentido, tan sólo su eco.

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 14 - Negociando con los Talentos de Dios


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 14 - Negociando con los Talentos de Dios

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Es necesario aprender la lección


Todos los que ocupan puestos de responsabilidad necesitan aprender la lección encerrada en la humilde oración de Salomón. Deben recordar siempre que un cargo no cambia el carácter del que lo desempeña ni le hace infalible. Cuánto más alto esté colocado un hombre, tanto mayores serán sus responsabilidades y más vasta su influencia; tanto más necesitará comprender lo mucho que depende de la fuerza y sabiduría divinas y lo mucho que necesita cultivar un carácter santo y perfecto. Los que aceptan puestos de responsabilidad en la obra de Dios deberían recordar siempre que al llamarlos a esta obra el Señor los ha llamado también a andar con prudencia delante de él y delante de los hombres. En vez de creerse llamados a regentar, a dictar y mandar, deberían darse cuenta de que ellos mismos necesitan aprender. Cuando un obrero de responsabilidad no aprende esta lección, cuanto antes se le releve de su responsabilidad, tanto mejor será para él mismo y para la obra de Dios. Jamás imparte un cargo santidad y excelencia de carácter. Quien honra a Dios y guarda sus mandamientos recibe él mismo honores.

Cada uno debería formularse con humildad la siguiente pregunta: “¿Soy yo apto para ocupar este cargo? ¿He aprendido a practicar la justicia y el juicio según los caminos del Señor?” El ejemplo terrenal del Salvador nos fué dado para que no andemos en nuestra propia fuerza, sino que cada cual se considere “mozo pequeño,” según la expresión de Salomón.

A Fin de Conocerle - Noviembre | Día 13 - Hilos en la Tela de la Humanidad


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Noviembre Día 13 - Hilos en la Tela de la Humanidad

martes, 12 de noviembre de 2024

Progresemos y aumentemos nuestra eficiencia

El Señor desea que se siga proclamando con creciente eficiencia el mensaje del tercer ángel. Como obró él e...