Capítulo 20—La herencia de los santos1Las diversas visiones del cielo y de la tierra nueva que se presentaron a Elena G. de White eran representaciones de realidades eternas. Se le mostraron asuntos celestiales a través de conceptos humanos. Debido a los límites de nuestra comprensión y lenguaje humanos, no podemos conocer plenamente la apariencia real de las escenas descritas. “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. 1 Corintios 13:12.
Un don del señor
Cristo, solo Cristo y su justicia, obtendrán para nosotros un pasaporte para el cielo.—Carta 6b, 1890.
El corazón orgulloso lucha para ganar la salvación; pero tanto nuestro derecho al cielo como nuestra idoneidad para él, se hallan en justicia de Cristo.—El Deseado de Todas las Gentes, 267 (1898). A fin de que pudiesemos llegar a ser miembros de la familia celestial, [Cristo] se hizo miembro de la familia terrenal.—El Deseado de Todas las Gentes, 593 (1898). Mejor que un título de propiedad para el palacio más noble de la tierra es un título de las mansiones que nuestro Señor ha ido a preparar. Y mejores que todas las palabras de alabanza terrenal, serán las palabras del Salvador a sus siervos fieles: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 308 (1900).



