El heroico testimonio de los creyentes en el país, que tienen la esperanza de un comportamiento moderado por parte del nuevo gobierno en materia de libertad religiosa
Davide DemichelisRomaEl país más grande de África se define islámico. Pero en la remodelación de Notre Dame de Afrique, la basílica de la capital, ha participado también el Estado, con una cifra bastante importante: un millón y medio de euros. No solo: en la inauguración han participado ministros e imanes. Estamos en Argel, capital de un país marcado por una guerra civil que en los años noventa causó 200.000 víctimas.
Los cristianos, en Argelia, prácticamente no resultan. Las estadísticas oficiales les sitúan en un 1%, junto a los judíos. De una población de treinta y cinco millones son en torno a 50.000, casi todos extranjeros, gran parte de ellos africanos. Y sin embargo, durante esos trágicos años, los mártires cristianos fueron 19, el 10% de los religiosos presentes en el país, entre los cuales los siete monjes trapenses de Tibhirine desaparecidos en 1996.
"La presencia de la iglesia católica en Argelia se remonta al siglo I después de Cristo". La historia es maestra de vida para el arzobispo de Argel, monseñor Ghaleb Bader: “Esta tierra ha acogido a muchos padres de la Iglesia, empezando por San Agustín. En el siglo V teníamos 500 diócesis y más de mil obispos. Pero en el siglo VII fue ocupada por los árabes y cambió todo”. Hoy en Argelia quedan solo tres diócesis. Una ley del 2006 impone un permiso particular para celebrar ceremonias religiosas no islámicas y una pena de dos a cinco años de cárcel para quien trata de convertir un musulmán a otra religión.
“El diálogo con los responsables religiosos es casi inexistente, aunque mantengamos a menudo encuentros oficiales” El arzobispo de Argel sin embargo está convencido que hay otra forma de diálogo, incluso más eficaz: es el diálogo de la vida cotidiana y de los servicios. “La comunidad cristiana, pequeña como es, no puede y no quiere vivir encerrada en sí misma, en un gueto. Encontrarnos con mujeres y hombres diferentes de nosotros, vivir con ellos, es una manera de dialogar. Escuchar cinco veces al día el llamamiento a la oración de otros creyentes, se convierte también en un llamamiento a nuestra fe”. Monseñor Bader está tan convencido de este diálogo, que no teme ni siquiera a los partidos islámicos: “Quizás se desharían de un poco de corrupción y tendrían más entusiasmo que los otros. Seguramente deberían respetar las diferentes opiniones y religiones. En una palabra: los derechos humanos”. En las últimas elecciones políticas celebradas , el 10 de mayo, el vencedor fue el frente gubernativo, los partidos islámicos no obtuvieron un gran consenso.
En Argelia se está también experimentando el diálogo espiritual con los musulmanes. En Tibhirine, el monasterio tristemente famoso por la masacre de los monjes trapenses, cristianos y musulmanes han fundado “Ribat as salam”, el vínculo de la paz. Desde hace 30 años, se encuentran y rezan juntos. Leen la Biblia y el Corán, luego alternan oraciones de unos y otros. Monseñor Bader, jordano, es el primer prelado árabe que guía la diócesis de Argel. Es bien sabido que en Medio Oriente el extremismo religioso está cada vez más difundido, precisamente por esto sostiene que "una situación de este tipo debería estimularnos todavía más a dialogar, encontrarnos y tratar de construir un mundo mejor para todos, dejando a un lado las diferencias”.http://vaticaninsider.lastampa.it/es/homepage/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/algeria-argelia-cristiani-christians-cristianos-15531/
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