sábado, 13 de agosto de 2016

Manténgase la pureza de la verdad


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Las personas que se encuentran al frente de las instituciones del Señor tienen gran necesidad de la fuerza, la gracia y el poder sustentador de Dios, para que no caminen en contra de los principios sagrados de la verdad. Muchísimos individuos parecen incapaces de comprender la obligación que tienen de preservar la pureza de la verdad, libre del menor vestigio de error. Su peligro consiste en considerar la verdad como algo de baja estima, dejando así sobre las mentes la impresión de que lo que creamos no tiene gran importancia, siempre que, al llevar a cabo nuestros planes humanos, nos podamos exaltar ante el mundo como personas que ocupan una posición superior y los asientos más elevados.
Dios llama a hombres y mujeres de corazones tan cabales como el acero, que sin tomar en cuenta las circunstancias, mantengan una integridad inalterable. Llama a seres humanos que se mantengan separados de los enemigos de la verdad. Llama a hombres que no osarían apoyarse sobre el brazo de carne entrando en sociedadCobslos mundanos, ni siquiera con el fin de obtener medios para hacer avanzar la obra del Señor, aunque sea para la construcción de edificios. La alianza que Salomón llevó a cabo con los incrédulos le produjo oro y plata en abundancia, pero su prosperidad llegó a ser su propia ruina. Actualmente los hombres no son más sabios que él y están igualmente propensos a ceder ante las influencias que causaron su caída. Durante miles de años Satanás ha estado acumulando experiencia en el arte de engañar; y se acerca a los que viven en esta época con un poder casi irresistible. Nuestra única seguridad se encuentra en obedecer la Palabra de Dios, que nos ha sido dada como guía segura y consejero. Hoy, los que forman parte del pueblo de Dios deben mantenerse como personas distintas y separadas del mundo, de su espíritu y de sus influencias.*[The Review and Herald, 1 de febrero de 1906.]
“Salid de en medio de ellos, y apartaos”.2 Corintios 6:17. ¿Oiremos la voz de Dios y obedeceremos, o le prestaremos atención a medias a este asunto y trataremos de servir a Dios y a Mammón? Delante de nosotros hay un trabajo serio para cada uno. Los pensamientos correctos y los propósitos puros y santos no vienen a nuestra mente en forma natural. Tendremos que luchar para alcanzarlos. En todas nuestras instituciones: casas editoras, colegios y sanatorios, se deben arraigar los principios puros y santos. Si nuestras instituciones han de llegar a ser lo que Dios pretende que sean, los que tienen que ver con ellas no trazarán planes de acuerdo con los patrones de instituciones mundanas. Asumirán una posición peculiar, y serán gobernados y controlados por las normas bíblicas. No se colocarán en armonía con los principios del mundo con el fin de conseguir clientela. Ningún motivo ejercerá suficiente fuerza como para desviarlos de la línea recta del deber. Los que se encuentran bajo el control del Espíritu de Dios no buscarán sus propios placeres ni diversiones. Si Cristo preside sobre el corazón de los miembros de su iglesia, ellos responderán a la invitación: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados.
Consejos Sobre la Salud, p.287,288

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