"Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. "2 Tim. 4: 3, 4.
Antes de la primera venida de Cristo, y en ocasión de ese acontecimiento, los maestros religiosos elucubraron ideas extrañas tan íntimamente mezcladas con porciones de verdad, que llegaron a tener un tremendo poder para engañar, y apartaron a las almas de Dios, aunque seguían conservando aspecto de verdaderos adoradores del Señor. Encontramos una situación similar en el seno de la sociedad de estos últimos días. Los que se apartan de la fe mezclan con su creencia diversas opiniones humanas. La Biblia es objeto de crítica. ¿Difieren tanto los pastores en su interpretación porque las Escrituras son inconsecuentes o contradictorias? No, el problema consiste en que los hombres están haciendo hoy lo que hicieron en el tiempo de Cristo, y están enseñando los mandamientos de los hombres como si fueran doctrinas. Los maestros religiosos se encuentran en la misma condición de los fariseos de quienes Jesús dijo: "Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios" (Mat. 22: 29). Se presumía que los mismos hombres a quienes se dirigieron estas palabras debían enseñar las Escrituras al pueblo e interpretarlas.
¿Son vagas e inconsecuentes las Escrituras? ¿Hay base para las opiniones divergentes y las diversas interpretaciones y doctrinas que hallan eco en el mundo religioso? Si así fuera, podríamos albergar dudas acerca de su origen divino, porque no es la inspiración de Dios la que conduce a la gente a albergar diversas opiniones. Los que intentan interpretar la Biblia, corrompen la Palabra de Dios y tuercen el verdadero significado de la Escritura al tratar de que armonice la verdad de Dios con las invenciones y doctrinas de los hombres. Las Escrituras resultan pervertidas y son mal aplicadas, y las gemas de verdad aparecen en el marco del error. Estos maestros están ciegos y no pueden distinguir claramente cuál es el verdadero significado de las Escrituras. . .
Jesús, que dio su vida para salvar a los hombres, nos ha proporcionado advertencias acerca de lo que había de ocurrir en los últimos días. Los discípulos acudieron a él en privado para interrogarlo acerca del fin del mundo y Jesús les dijo: "Mirad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán" (Mat. 24: 4, 5) ( Signs of the Times , del 4 de junio de 1894
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