lunes, 26 de marzo de 2018

Se abre una amplia y extensa viña


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La piedad, el conocimiento espiritual superior y el crecimiento de una iglesia, están en proporción con el celo, la piedad y la inteligencia misionera que se han infundido en ella y que emanan de ella, a fin de que sea una bendición precisamente para aquellos que más necesitan nuestra ayuda. Otra vez os insto a que consideréis Isaías 58, el cual abre una amplia y extensa viña que debe trabajarse de acuerdo con las pautas que el Señor ha señalado. Cuando se haga esto habrá un incremento de las fuentes morales, y la iglesia no permanecerá más casi estancada. Habrá bendiciones y poder que acompañarán a sus labores. Han vencido el egoísmo que ata sus almas, y ahora están dando su luz al mundo con los claros y brillantes rayos de una fe viva y un piadoso ejemplo. El Señor tiene sus promesas para todos los que cumplan con sus requerimientos. [Se citan Sal. 41:1-3; 37:3; Prov. 3:9-10; 11:24-25; 19:17; Isa. 58: 10-11.]
La palabra de Dios está llena de preciosas promesas como las ya presentadas (MS 14a, 1897).
En nuestra obra encontraremos una alta profesión de piedad y mucha rectitud externa ligadas con una gran impiedad interior. El pueblo representado en Isaías 58 se queja de que el Señor permite que su servicio pase inadvertido. Esta queja es la expresión de corazones que no han sido subyugados por la gracia, rebeldes contra la verdad. Los que reciben la verdad que obra mediante el amor y purifica el alma, son leales a Dios honrándolo con la obediencia a su ley que es santa, justa y buena. El espíritu del verdadero ayuno y la verdadera oración es el espíritu que rinde la mente, el corazón y la voluntad a Dios.
Los ministros de Dios han sido culpables del pecado de no obedecer un “Así dice Jehová”. Han acostumbrado a los miembros de sus iglesias a observar ritos que no tienen fundamento en la Palabra de Dios, y que más bien estáis en oposición directa con la ley divina. Al pervertir y tergiversar la Palabra de Dios han hecho que la gente peque. Dios les pagará de acuerdo con sus obras. Son culpables, como los sacerdotes y gobernantes del tiempo de Cristo, de hacer que la gente yerre. Cristo dice de ellos como dijo de los dirigentes judíos: “En vano me honran, enseñando 1171como doctrinas, mandamientos de hombres” (MS 28, 1900).
(Se cita Isaias capitulo 58)
Comentario Biblico Adventista, de Elena G. White, pp. 1170,1171.

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