En medio de tantas iglesias, sectas y denominaciones religiosas, es fácil encontrar un punto en común en varias de ellas: un evangelio enfocado en adaptar los conceptos y enseñanzas bíblicas para una presentación de una vida mejor, feliz y motivada aquí en la Tierra. El cielo, ese lugar antes anhelado con todas las fuerzas, parece estar en un futuro lejano, una utopía más cercana hasta de quien está cerca de la muerte que de aquellos que gozan de buena salud y una vida llamada “plena”.
En este mar de denominaciones, es perceptible y comprensible que las mismas busquen “diferenciales” para atraer fieles. Los cultos más light, la música distinta, las doctrinas flexibles, entre otros elementos, han logrado conquistar público, sobre todo en este contexto que algunos tienden a llamar “posmodernismo”.
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