Me fué mostrado que los falsos pastores estaban ebrios, pero no de vino;
tambaleaban, pero no por el efecto de bebidas fuertes. La verdad de
Dios está sellada para ellos; no pueden leerla. Cuando se los interroga
acerca de lo que es el reposo del séptimo día, si es o no el verdadero
sábado de la Biblia, desvían la mente hacia fábulas. Vi que esos
profetas eran como las zorras del desierto. No han subido a las brechas,
no han reparado el cerco para que el pueblo de Dios pueda subsistir en
la batalla del día del Señor. Cuando los ánimos se agitan, y comienzan a
interrogar a estos falsos pastores acerca de la verdad, ellos eligen la
manera más fácil de lograr su objeto y calman el espíritu de los
indagadores, aun a costa de cambiar su propia posición. La luz ha
resplandecido sobre muchos de estos pastores, pero no quisieron
reconocerla, y han cambiado su posición unas cuantas veces para eludir
la verdad y evitar las conclusiones a las cuales debían llegar si
continuaban sosteniendo lo que sostenían antes. El poder de la verdad
desbarató su fundamento, pero en vez de ceder a ese poder levantaron
otra plataforma que ni a ellos mismos les satisfacía.
Vi que muchos de estos pastores habían negado lo que Dios había enseñado
antes; habían negado y rechazado las verdades gloriosas que una vez
defendían y se habían ataviado de mesmerismo y de toda clase de engaño.
Vi que estaban borrachos de error, y que conducían a su grey a la
muerte. Muchos de los que se oponen a la verdad de Dios maquinan daños
en su cabeza sobre sus camas, y de día llevan a cabo sus perversos
designios para abatir la verdad y presentar algo nuevo que interese a la
gente y la distraiga de la verdad preciosa y de suma importancia.
Vi que los sacerdotes que conducían a su grey a la muerte serán pronto
detenidos en su terrible carrera. Se acercan las plagas de Dios, pero no
bastará que los falsos pastores sean atormentados por una o dos de esas
plagas. En aquel tiempo la mano de Dios será extendida con ira y
justicia y no se retirará hasta que los propósitos de él se hayan
cumplido plenamente, hasta que los sacerdotes asalariados sean inducidos
a adorar a los pies de los santos, y a reconocer que Dios los amó
porque se aferraron a la verdad y guardaron los mandamientos de Dios, y
hasta que todos los injustos sean destruídos de la tierra.
Los diferentes grupos de quienes profesan ser creyentes adventistas
tienen cada uno un poco de la verdad, pero Dios dió todas estas verdades
a sus hijos que están recibiendo preparación para el día de Dios.
También les ha dado verdades que ninguno de aquellos grupos conoce, ni
quiere comprender. Las cosas que están selladas para ellos, el Señor las
abrió ante aquellos que quieran ver y estén dispuestos a comprender.
Si
Dios tiene alguna nueva luz que comunicar, permitirá que sus escogidos y
amados la comprendan, sin necesidad de que su mente sea iluminada
oyendo a aquellos que están en tinieblas y error.
Me fueron
mostrados aquellos que creen poseer el último mensaje de misericordia y
la necesidad que tienen de estar separados de los que están bebiendo
diariamente nuevos errores. Vi que ni los jóvenes ni los ancianos debían
asistir a sus reuniones; porque es malo alentarlos así mientras enseñan
el error que es veneno mortal para el alma, y mientras presentan como
doctrinas los mandamientos de los hombres. La influencia de tales
reuniones no es buena. Si Dios nos ha librado de tales tinieblas y
error, debemos destacarnos firmemente en la libertad con que nos
emancipó y regocijarnos en la verdad. Dios siente desagrado hacia
nosotros cuando vamos a escuchar el error, sin estar obligados a ir;
porque a menos que nos mande a aquellas reuniones donde se inculca el
error a la gente por el poder de la voluntad, no nos guardará. Los
ángeles dejan de ejercer su cuidado vigilante sobre nosotros; y quedamos
expuestos a los golpes del enemigo, para ser entenebrecidos y
debilitados por él y por el poder de sus malos ángeles, y la luz que nos
rodea se contamina con las tinieblas.
Vi que no tenemos que
desperdiciar tiempo escuchando fábulas. Nuestros pensamientos no deben
ser distraídos así, sino ocuparse con la verdad presente y en la
búsqueda de sabiduría, a fin de obtener un conocimiento más cabal de
nuestra posición, para que con mansedumbre podamos dar razón de nuestra
esperanza basándonos en las Escrituras. Mientras que doctrinas falsas y
errores peligrosos se inculcan en la mente, ésta no puede espaciarse en
la verdad que ha de preparar a la casa de Israel para que subsista en el
día del Señor.
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Primeros Escritos, pp. 123-125.