Si trabajamos para crear una excitación de los sentimientos, tendremos toda la que deseamos, y posiblemente más de la que podamos afrontar con éxito. “Predicad la palabra” con calma y claridad. No debemos considerar que nuestra obra consiste en crear agitación de los sentimientos. Únicamente el Espíritu Santo de Dios puede crear un entusiasmo sano. Dejad que Dios trabaje, y que el instrumento humano avance suavemente ante él, observando, esperando, orando y contemplando a Jesús a cada momento; y que sea conducido y dirigido por el precioso Espíritu, el cual es luz y vida.—Mensajes Selectos 2:17 (1894).
Debemos ir al encuentro de la gente con la sólida Palabra de Dios, y cuando la reciban, entonces el Espíritu Santo podrá venir; pero siempre viene, según he dicho antes, en una forma que resulta aceptable para el juicio de la gente. En lo que decimos, en lo que cantamos, y en todos nuestros ejercicios espirituales, debemos revelar esa serenidad, esa dignidad y ese temor santificado que son característicos de cada verdadero hijo de Dios.—Mensajes Selectos 2:49 (1908). Es por medio de la Palabra—no por sentimientos ni excitación—como queremos influenciar a la gente a obedecer la verdad. Sobre la plataforma de la Palabra de Dios podemos estar en pie con seguridad.—Mensajes Selectos 3:428 (1908).