sábado, 30 de diciembre de 2023

Los embajadores de Cristo


Joyas de los Testimonios 1

Los embajadores de Cristo tienen una obra solemne e importante, que algunos consideran con demasiada ligereza. Mientras Cristo es ministro del santuario celestial, es también, a través de sus delegados, ministro de su iglesia en la tierra. Habla al pueblo por medio de hombres elegidos, y lleva a cabo su obra por su intermedio, como cuando, en los días de su humillación, andaba visiblemente en la tierra. Aunque han pasado siglos, el transcurso del tiempo no ha cambiado la promesa que hizo al separarse de sus discípulos: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:20. Desde la ascensión de Cristo hasta el presente, hombres ordenados por Dios, que derivaron su autoridad de él, han tenido que enseñar la fe. Cristo, el verdadero Pastor, dirige su obra por intermedio de estos subpastores. De modo que la posición de los que trabajan en el ministerio de la Palabra y enseñan la doctrina, viene a ser muy importante. Ruegan a la gente, en lugar de Cristo, que se reconcilie con Dios. La gente no debe considerar a sus ministros como meros oradores, sino como embajadores de Cristo, que reciben su sabiduría y poder de la gran Cabeza de la iglesia. El pasar por alto y despreciar la palabra hablada por el representante de Cristo, es no sólo manifestar falta de respeto al hombre, sino también al Maestro que lo envió. El está en el lugar de Cristo; y la voz del Salvador debe ser oída en su representante.

MOMENTOS DE HORROR VUELAN LOS TECHOS SE CONGELA EL DESIERTO / TERREMOTO 6.3 PAÍSES EN ALERTA


 

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Dilo al Mundo | El don de profecía


 Cómo saber en quien confiar? ¿Cómo descubrir quien es profeta de Dios?

Escuela Sabática Viva 📖 Lección 01 | Cómo leer Salmos [1° trimestre 2024]


 

HORROR SE SALE EL MAR ARRASTRA VARIAS PERSONAS MIRA EL MOMENTO / ERUPCIÓN VOLCÁN / REPORTE SÍSMICO


 

😳🔥LOS SÁBADOS DE DIOS ¿Fueron clavados en la Cruz? I Ricard Carrera


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Tema: [ ENOC en el Tiempo del Fin ] Ponente: Andrés Aragón


 

Constantes en la oración - Gerson David Cabeza || Culto Divino


 

¡Maranata: El Señor Viene! Diciembre. Día 30 - Seguridad Eterna


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Diciembre - El Juicio Final y la Tierra Nueva Día 30 - Seguridad Eterna

ISAÍAS CAP. 37 - Reavivados por su Palabra


 

Mover montañas - El camino del elegido - Juan Surroca


 

Tan fácil de probar como probar que hay sol y mar - Carlos A Camelo


 

viernes, 29 de diciembre de 2023

Estorbaron la siembra


Una clase de personas estaba anotada por haber estorbado la siembra. A medida que el ojo escrutador del Juez descansaba sobre ellos, se les revelaban distintamente sus pecados y negligencia. Con labios pálidos y temblorosos reconocían que habían traicionado su santo cometido. Habían recibido advertencias y privilegios, pero no los habían escuchado ni aprovechado. Podían ver ahora que habían presumido demasiado de la misericordia de Dios. En verdad, no tenían que hacer confesiones como las de los viles, bajos y corrompidos; pero, como la higuera, eran malditos porque no llevaron frutos, porque no aprovecharon los talentos que se les había confiado.

Esta clase había hecho de su yo algo supremo, y había trabajado solamente en favor de sus intereses egoístas. No eran ricos para con Dios ni habían respondido a sus derechos sobre ellos. Aunque profesaban ser siervos de Cristo, no le llevaron almas. Si la causa de Dios hubiese dependido de sus esfuerzos, habría languidecido; porque no solamente retenían los recursos que Dios les había prestado, sino que se retenían a sí mismos. Pero ahora podían ver y sentir que al mostrarse irresponsables con la obra de Dios, se habían colocado a la izquierda. Habían tenido oportunidad, pero no quisieron hacer lo que podían y debían haber hecho. Se mencionaron los nombres de todos los que profesan la verdad. Se reprendió a algunos por su incredulidad, y a otros por haber sido perezosos. Habían dejado que otros hiciesen la obra de la viña del Señor y llevasen las más pesadas responsabilidades, mientras que ellos servían egoístamente sus propios intereses temporales. Si hubiesen cultivado la capacidad que Dios les había dado, habrían llevado fielmente las responsabilidades y habrían trabajado en favor de los intereses del Maestro. El Juez dijo: “Todos serán justificados por su fe, y juzgados por sus obras.” ¡Cuán vívidamente aparecía entonces su negligencia, y cuán prudente el arreglo de Dios al dar a cada uno una obra que hacer para promover la causa y salvar a sus semejantes! Cada uno debía manifestar una fe viva entre su familia y su vecindario, revelando bondad hacia los pobres, simpatía hacia los afligidos, dedicándose a la obra misionera y ayudando a la causa de Dios con sus recursos. Pero, como en el caso de Meroz, la maldición de Dios descansaba sobre ellos por lo que no habían hecho. Habían amado el trabajo que les producía el mayor provecho en esta vida; y frente a sus nombres, en el libro mayor dedicado a las buenas obras, había un lamentable espacio en blanco. Las palabras que se dirigieron a estas personas fueron muy solemnes: “Sois pesados en la balanza y se os ha hallado faltos. Habéis descuidado las responsabilidades espirituales en favor de las actividades temporales, mientras que vuestra misma posición de confianza hacía necesario que tuvieseis sabiduría más que humana y un juicio superior al juicio finito. Lo necesitabais siquiera para cumplir la parte mecánica de vuestro trabajo; y cuando separasteis a Dios y su gloria de vuestros quehaceres, os apartasteis de su bendición.”

¡Maranata: El Señor Viene! Diciembre. Día 29 - El Sábado en el Más Allá


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Diciembre - El Juicio Final y la Tierra Nueva Día 29 - El Sábado en el Más Allá

ISAÍAS CAP. 36 - Reavivados por su Palabra


 

¿Cuál debe ser la respuesta a tus enemigos cuando te atacan? Isaias 36:20,21.


 

Fracisco el ultimo papa?


 

jueves, 28 de diciembre de 2023

ISRAEL Y HAMAS EN LA PROFECIA BÍBLICA (Nelson Berrú)


 

El juicio


En la mañana del 23 de octubre de 1879, a eso de las dos, el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y contemplé escenas del juicio venidero. Las palabras me faltan para describir adecuadamente las cosas que pasaron delante de mí y el efecto que tuvieron sobre mi espíritu. Parecía haber llegado el gran día de la ejecución del juicio de Dios. Diez mil veces diez millares estaban congregados delante de un gran trono, sobre el cual estaba sentado un personaje de majestuosa apariencia. Delante de él había varios libros y sobre las tapas de cada uno de ellos estaba escrito en letras de oro semejantes a llamas de fuego “El libro mayor del cielo.” Uno de estos libros, que contenía los nombres de los que aseveran creer en la verdad, fué abierto entonces. Inmediatamente perdí de vista los incontables millones que rodeaban el trono y mi atención se dedicó únicamente a los que profesan ser hijos de la luz y la verdad. A medida que se nombraba una tras otra a estas personas, y se mencionaban sus buenas acciones, sus rostros se iluminaban con un gozo santo que se reflejaba en toda dirección. Pero esto no pareció ser lo que impresionó con más fuerza mi espíritu. Se abrió otro libro en el cual estaban anotados los pecados de los que profesan la verdad. Bajo el encabezamiento del egoísmo venían todos los demás pecados. Había también encabezamientos en cada columna, y debajo de ellos, frente a cada nombre, estaban registrados en sus respectivas columnas los pecados menores. Bajo la codicia venía la mentira, el robo, los hurtos, el fraude y la avaricia; bajo la ambición venía el orgullo y la extravagancia; los celos encabezaban la lista de la malicia, la envidia y el odio; y la intemperancia, otra larga lista de crímenes terribles, como la lascivia, el adulterio, la complacencia de las pasiones animales, etc. Mientras contemplaba esto me sentía abrumada de angustia indecible, y exclamé: “¿Quién puede salvarse? ¿Quién puede ser justificado delante de Dios? ¿Cúyas vestiduras están sin mancha? ¿Quién está sin defecto a la vista de un Dios puro y santo? Mientras el Ser santo que estaba sobre el trono hojeaba lentamente las páginas del libro mayor, y sus ojos se posaban un momento sobre las personas, su mirada parecía penetrar como fuego hasta sus mismas almas, y en ese momento, toda palabra y acción de sus vidas pasaba delante de sus mentes tan claramente como si hubiesen sido escritas ante su visión en letras de fuego. El temblor se apoderó de aquellas personas, y sus rostros palidecieron. Al principio, mientras rodeaban el trono, aparentaban una indiferencia negligente. Pero ¡cuán cambiadas estaban! Había desaparecido la sensación de seguridad, y en su lugar reinaba un terror indecible. Cada alma se sentía presa de espanto, no fuese que se hallara entre los que eran hallados faltos. Todo ojo se fijaba en el rostro de Aquel que estaba sentado sobre el trono; y mientras sus ojos escrutadores recorrían solemnemente la compañía, los corazones temblaban, porque se sentían condenados sin que se pronunciase una palabra. Con angustia en el alma, cada uno declaraba su propia culpabilidad, y en forma terriblemente vívida veía que al pecar había desechado el precioso don de la vida eterna.

Camina por el único camino seguro para llegar a la tierra nueva Isaías 35:8,10.


 

Doble el impacto - dólar por dólar


 

HORROR LAS CALLES SE CONVIERTEN EN RÍOS HAY PERSONAS SIN VIDA / REPORTE SÍSMICO MUNDIAL


 

ÉSTO PASA SI ORAS ASÍ, PASTOR ANDRÉS PORTES - A&R CANAL


 

Escuela Sabática LIKE | Lección 13 | El de la misión de Dios


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¡Maranata: El Señor Viene! Diciembre. Día 28 - El Reino de Amor de Cristo


 Escrito por Elena G. de White en la voz de Pablo A. Valencia Trujillo Diciembre - El Juicio Final y la Tierra Nueva Día 28 - El Reino de Amor de Cristo

ISAÍAS CAP. 35 - Reavivados por su Palabra


 

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Una lección de humildad


Jesús, el amado Salvador, ha dado a todos notables lecciones de humildad, pero especialmente al ministro evangélico. En su humillación, cuando su obra en la tierra estaba casi terminada y estaba por volver al trono de su Padre, de donde había venido con toda la potestad en sus manos y con toda la gloria sobre su frente, entre las últimas lecciones que dió a sus discípulos hubo una sobre la importancia de la humildad. Mientras éstos contendían en cuanto a quién sería el mayor en el reino prometido, se ciñó como siervo y lavó los pies de aquellos que le llamaban Señor y Maestro. Casi había terminado su ministerio; le quedaban tan sólo unas pocas lecciones más que impartir. Y a fin de que nunca olvidasen la humildad del Cordero de Dios, puro y sin mancha, el que iba a ofrecer en favor del hombre el sacrificio más grande y eficaz se humilló y les lavó los pies a los discípulos. Nos beneficiará a todos, pero especialmente a nuestros ministros en general, el recordar frecuentemente las escenas finales de la vida de nuestro Redentor. Aquí, asediados de tentaciones como él lo fué, podemos todos aprender lecciones de la mayor importancia para nosotros. Sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Debemos considerarla punto por punto, y dejar que la imaginación capte vívidamente cada escena, especialmente las finales de su vida terrenal. Al contemplar así sus enseñanzas y sus sufrimientos, y el sacrificio infinito que hizo para la salvación de la familia humana, podemos fortalecer nuestra fe, vivificar nuestro amor, compenetrarnos más profundamente del espíritu que sostuvo a nuestro Salvador. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender todos, al pie de la cruz, la lección de penitencia y fe. Cristo sufrió la humillación para salvarnos de la desgracia eterna. Consintió en que sobre él recayesen el desprecio, las burlas y los ultrajes, a fin de protegernos. Fué nuestra transgresión lo que reunió en derredor de su alma divina el velo de las tinieblas, y le arrancó su clamor, como de quien fuese herido y abandonado de Dios. Llevó nuestros pesares; fué afligido por nuestros pecados. Se hizo ofrenda por el pecado, a fin de que pudiésemos ser justificados delante de Dios por su medio. Todo lo noble y generoso que hay en el hombre responderá a la contemplación de Cristo en la cruz. Anhelo ver a nuestros ministros espaciándose más en la cruz de Cristo, mientras sus propios corazones se enternecen y subyugan ante el amor incomparable del Salvador, quien realizara este sacrificio infinito. Si, en relación con la teoría de la verdad, nuestros ministros se espaciasen más en la piedad práctica, hablando con el corazón impregnado del espíritu de la misma, veríamos a muchas más almas acudir al estandarte de la verdad; sus corazones se conmoverían gracias a las súplicas de la cruz de Cristo, la generosidad infinita y la compasión de Jesús al sufrir por el hombre. Estos temas vitales, en relación con los puntos doctrinales de nuestra fe, harían mucho bien a la gente. El corazón del maestro debe rebosar de un conocimiento experimental del amor de Cristo. El poderoso argumento de la cruz convencerá de pecado. El amor divino de Dios hacia los pecadores, expresado en el don de su Hijo para que sufriese la vergüenza y la muerte a fin de que ellos pudiesen ser ennoblecidos y dotados de la vida eterna, es digno de que se lo estudie toda la vida. Os ruego que estudiéis de nuevo la cruz de Cristo. Si todos los orgullosos y vanagloriosos, cuyo corazón anhela recibir el aplauso de los hombres y alcanzar distinción por encima de sus semejantes, pudiesen estimar correctamente el valor de la más alta gloria terrenal en contraste con el valor del Hijo de Dios, rechazado, despreciado y escupido por aquellos mismos a quienes había venido a redimir, ¡cuán insignificantes parecerían todos los honores que puede conceder el hombre finito! En la Palabra de Dios se tratan deberes cuyo cumplimiento mantendrá al pueblo de Dios humilde y separado del mundo y le impedirá apostatar como las iglesias nominales. El lavamiento de los pies y la participación en la cena del Señor deben practicarse con más frecuencia. Jesús nos dió el ejemplo y nos dijo que hiciésemos como él nos dijo. Vi que su ejemplo debe seguirse tan exactamente como sea posible; pero los hermanos no han obrado siempre tan juiciosamente como debieran hacerlo al lavarse los pies, y se ha producido confusión. Este rito debe introducirse en lugares nuevos con cuidado y prudencia, especialmente donde la gente no está informada acerca del ejemplo y las enseñanzas de nuestro Señor al respecto, y donde se tienen prejuicios contra esta práctica. Muchas almas sinceras, debido a la influencia de sus maestros anteriores en quienes tenían confianza, manifiestan mucho prejuicio contra este claro deber, y se les debe presentar el tema en el momento y de la manera más convenientes.

La Palabra de Dios no fallará…se cumplirá aún en lo más mínimo Isaías 34:16.


 

El Consolador Ha Estado Desde Siempre - SNCL FCTR 017


 

Dios nos ha dicho qué esperar en nuestros días

  Antes de la crucifixión, el Salvador había predicho a sus discípulos que iba a ser muerto y que resucitaría del sepulcro, y hubo ángeles...