Por el Heraldo Remanente
Los recientes comentarios del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sobre el poder que otorgaría a los cristianos si fuera elegido nuevamente en noviembre, han hecho que mucha gente hable de cómo esto puede desdibujar aún más las líneas entre política y religión. En febrero pasado, su promesa a quienes asistieron a la convención Nacional de Radiodifusores Religiosos en Nashville, Tennessee, fue inequívoca:
“Cuando llegue allí [la Casa Blanca], usarás ese poder a un nivel que nunca antes lo habías usado. Va a traer de vuelta a los feligreses…” Sitio web de YouTube: Advent Messenger — Trump promete otorgar a los cristianos un poder político sin precedentes. 23 de febrero de 2024
Estos comentarios están en línea con lo que Donald Trump proclamó hace más de ocho años:
“Quiero devolverle poder a la iglesia, porque la iglesia tiene que tener más poder”. Charisma News, 18 de febrero de 2016. Lake Mary, Florida
Un gran porcentaje de evangélicos estadounidenses, con razón preocupados por el rápido declive de la moralidad en la sociedad, sostienen que su uso del poder político ayudará a resolver los males de la nación. En 1979, una figura destacada de “la derecha religiosa” declaró: