Caminando con Dios en un mundo corrompido
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Génesis 5:24.
La vida y el carácter de Enoc, que fueron tan santos que fué trasladado al cielo sin ver la muerte, representan lo que deben ser la vida y el carácter de aquellos que, como él, han de ser trasladados cuando Cristo venga. Su vida fué lo que debiera ser la vida de cada individuo si permanece estrechamente relacionado con Dios. Deberíamos recordar que Enoc vivió rodeado por influencias tan depravantes que Dios trajo el diluvio sobre el mundo para destruir a sus habitantes a causa de su corrupción.
Cuando Cristo venga nuestros cuerpos han de ser transformados y hechos como su cuerpo glorioso; pero el carácter vil no será hecho santo entonces. La transformación del carácter debe ocurrir antes de su venida. Nuestras naturalezas deben ser puras y santas; debemos tener la mente de Cristo, para que él contemple con placer su imagen reflejada sobre nuestras almas. ... José conservó su integridad cuando estuvo rodeado por los idólatras de Egipto, en medio del pecado y la blasfemia y de las influencias corruptoras. Cuando fué tentado a apartarse de la senda de la virtud, su respuesta fué: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?”. Génesis 39:9. Enoc, José y Daniel dependieron de la fortaleza que era infinita. Esta es la única senda de seguridad que los cristianos pueden seguir hoy en día.
Las vidas de aquellos hombres notables estaban ocultas con Cristo en Dios. Fueron leales a Dios en medio de la infidelidad, puros en medio de la depravación, y devotos y fervientes cuando entraron en contacto con el ateísmo y la idolatría. Por fe reunieron para sí aquellas propiedades que eran favorables al desarrollo de caracteres puros y santos; así debe acontecer con nosotros. Cualquiera sea nuestra posición, no importa cuán repulsivo o fascinante sea lo que nos rodea, la fe puede extenderse por encima de todo y encontrar el Espíritu Santo.
El espíritu que poseían Enoc, José y Daniel puede estar en nosotros. Podemos extraerlo de la misma fuente de fortaleza, y desarrollar la misma capacidad de autocontrol; y las mismas gracias brillarán en nuestras vidas.—The Review and Herald, 1 de septiembre de 1885.
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Génesis 5:24.
La vida y el carácter de Enoc, que fueron tan santos que fué trasladado al cielo sin ver la muerte, representan lo que deben ser la vida y el carácter de aquellos que, como él, han de ser trasladados cuando Cristo venga. Su vida fué lo que debiera ser la vida de cada individuo si permanece estrechamente relacionado con Dios. Deberíamos recordar que Enoc vivió rodeado por influencias tan depravantes que Dios trajo el diluvio sobre el mundo para destruir a sus habitantes a causa de su corrupción.
Cuando Cristo venga nuestros cuerpos han de ser transformados y hechos como su cuerpo glorioso; pero el carácter vil no será hecho santo entonces. La transformación del carácter debe ocurrir antes de su venida. Nuestras naturalezas deben ser puras y santas; debemos tener la mente de Cristo, para que él contemple con placer su imagen reflejada sobre nuestras almas. ... José conservó su integridad cuando estuvo rodeado por los idólatras de Egipto, en medio del pecado y la blasfemia y de las influencias corruptoras. Cuando fué tentado a apartarse de la senda de la virtud, su respuesta fué: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?”. Génesis 39:9. Enoc, José y Daniel dependieron de la fortaleza que era infinita. Esta es la única senda de seguridad que los cristianos pueden seguir hoy en día.
Las vidas de aquellos hombres notables estaban ocultas con Cristo en Dios. Fueron leales a Dios en medio de la infidelidad, puros en medio de la depravación, y devotos y fervientes cuando entraron en contacto con el ateísmo y la idolatría. Por fe reunieron para sí aquellas propiedades que eran favorables al desarrollo de caracteres puros y santos; así debe acontecer con nosotros. Cualquiera sea nuestra posición, no importa cuán repulsivo o fascinante sea lo que nos rodea, la fe puede extenderse por encima de todo y encontrar el Espíritu Santo.
El espíritu que poseían Enoc, José y Daniel puede estar en nosotros. Podemos extraerlo de la misma fuente de fortaleza, y desarrollar la misma capacidad de autocontrol; y las mismas gracias brillarán en nuestras vidas.—The Review and Herald, 1 de septiembre de 1885.
No hay comentarios:
Publicar un comentario