No puedo instar demasiado a todos los miembros de nuestras iglesias, a
todos los que son verdaderos misioneros, a todos los que creen el
mensaje del tercer ángel, a todos los que apartan su pie del sábado,
para que consideren el mensaje del capítulo 58
de Isaías. La obra de beneficencia ordenada en dicho capítulo es la que
Dios requiere que su pueblo haga en este tiempo. Es obra señalada por
él. No nos deja en duda en cuanto a dónde se aplica el mensaje, y al
momento de su cumplimiento señalado, porque leemos: “Y edificarán los de
ti los desiertos antiguos; los cimientos de generación y generación
levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de
calzadas para habitar”.Vers. 12.
El monumento recordativo de Dios, el sábado o séptimo día, recuerdo de
la obra que hizo al crear el mundo, ha sido desplazado por el hombre de
pecado. El pueblo de Dios tiene una obra especial que hacer para reparar
la brecha que ha sido abierta en su ley; y cuanto más nos acercamos al
fin, más urgente se vuelve esta obra. Todos los que amen a
Dios demostrarán que llevan su sello observando sus mandamientos. ...
Cuando la iglesia acepte la obra que Dios le dió, se cumplirá la promesa que se le hizo: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia”.—Joyas de los Testimonios 2:503, 505.
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