Los 144.000 serán el pueblo que Dios tendrá sobre la tierra, «que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Apocalipsis 14:12).
Una de las características de este grupo de personas es que tendrá la fe «de» Jesús, la cual confundimos con la fe «en» Jesús.
La fe «en» Jesús es esencial, y significa reconocerse a uno mismo como pecador, teniendo la necesidad de un Salvador que ponga su justicia por encima de la nuestra, confiando en su gracia, la cual cubre nuestras faltas, pero que no ha alcanzado la perfección de carácter en todo sentido.
La fe «de» Jesús implica una vida como la de Cristo, y no solamente implica tener la fe «de» Jesús, sino la fe «en» Jesús, como único garante. A la vez, tener la fe «de» Jesús significa haber alcanzado la victoria sobre todo dominio de Satanás, no por los méritos de uno, sino reconociendo que la victoria es por los méritos de nuestro Dios y Padre y del Cordero, el Hijo unigénito de Dios. Es por ello que se dice de ellos que «son sin mancha delante del trono de Dios» (Apocalipsis 14:5), porque no pecan, aunque no reconocen su perfección de carácter. Lejos de eso se ven pecadores, viles e indignos de estar ante la presencia de Dios y de su Hijo, pero por fe «siguen al Cordero por dondequiera que va« (Apocalipsis 14:4).
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