miércoles, 5 de mayo de 2021

Arraigados firmemente en Cristo


Viene la tormenta, la tormenta que probará la fe de todo hombre, no importa de qué clase sea. Los creyentes deben estar ahora firmemente arraigados en Cristo; o de otra manera serán desviados por alguna fase del error.—El Evangelismo, 265 (1905).

Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales.—El Deseado de Todas las Gentes, 63 (1898). La única defensa contra el mal consiste en que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia. A menos que estemos vitalmente relacionados con Dios, no podremos resistir los efectos profanos del amor propio, de la complacencia propia y de la tentación a pecar. Podemos dejar muchas malas costumbres y momentáneamente separarnos de Satanás; pero sin una relación vital con Dios por nuestra entrega a él momento tras momento, seremos vencidos. Sin un conocimiento personal de Cristo y una continua comunión, estamos a la merced del enemigo, y al fin haremos lo que nos ordene.—El Deseado de Todas las Gentes, 291 (1898). Cristo, y Cristo crucificado, debe ser el tema de nuestra meditación, conversación y más gozosa emoción.—El Camino a Cristo, 104 (1892).

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