viernes, 1 de noviembre de 2024

El principio se aplica también a la obra de Dios en nuestro tiempo


El Dios del cielo ha escogido a hombres de experiencia para llevar las responsabilidades de su causa. Esos hombres han de ejercer una influencia especial. Si se concede a todos el poder dado a esos hombres escogidos, habrá que hacer un alto. Los que son elegidos para llevar cargas en la causa de Dios no deben mostrarse imprudentes, ni llenos de confianza en sí mismos, ni tampoco egoístas. Nunca deben su influencia y su ejemplo estimular el mal. El Señor no permitió jamás a nadie, sea hombre o mujer, que presente ideas que quiten a la obra su carácter sagrado e introduzcan en ella un sentimiento de vulgaridad. La obra de Dios debe volverse más y más sagrada a la vista de su pueblo. Por todos los medios posibles, debemos hacer resaltar el exaltado carácter de la verdad. Los que han sido puestos como sobreveedores de la obra de Dios en nuestras instituciones deben dar siempre preeminencia a la voluntad y el camino de Dios. La salud de la obra en general depende de la fidelidad de los hombres designados para hacer cumplir la voluntad divina en las iglesias.

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