EN LA LUZ DEL SOL DE CRISTO
Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, ... antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo. Efesios 4:14, 15.
“Velad y orad”, y creceréis rápidamente en la gracia y el conocimiento de Cristo. No tendréis una experiencia unilateral y deformada, sino saludable y simétrica. Sin percataros de ello, os habréis expandido como el amplio cedro, y muchos disfrutarán de vuestro consejo; vuestra asociación con ellos tendrá la fragancia celestial.
Hay muchos profesores de religión quienes durante años no han crecido una pulgada. La escoria del mundo, el egoísmo y la indolencia los han separado en su simpatía y en sus trabajos de Cristo. Mientras mantienen una forma de piedad carecen por completo de su poder.
Si estáis viviendo a la luz de Cristo irradiaréis luz a esas pobres almas que son heladas en la vida religiosa. Con la justicia de Cristo cubriéndoos como un ropaje, ¡cuánto no podríais hacer para bendecir a otros!
Debéis tener un compañerismo con el Padre y con el Hijo, y crecer en el conocimiento de la perfección divina. Creceréis en reverencia, obtendréis confianza en la comunión con Dios. Mirando firmemente a Jesús creceréis en fe, y aprenderéis a desconfiar del yo, y apreciaréis estas palabras de Cristo: “Sin mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5.
Podéis tener un espíritu ferviente, y vuestro corazón radiante con el amor de Jesús. Permaneced en Cristo como el vástago en la vid. Extrayendo sustancia de la vid, seréis ramas florecientes, y llevaréis mucho fruto para la gloria de Dios. ¡Oh, necesitáis mucho contemplar fijamente a Jesús! Perseverad contemplando sus encantos. Mientras lo contempléis se mantendrán brillando y ampliándose hasta que seáis llenos con toda la plenitud de Dios, y llevéis mucho fruto para su gloria. El sarmiento está demasiado firmemente implantado en la cepa como para ser separado por cualquier viento. La fortaleza y el crecimiento vigoroso dicen al mundo que estáis arraigados en Jesús, que vuestro fundamento es seguro.—Carta 5b, 1891, pp. 9, 10.
Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, ... antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo. Efesios 4:14, 15.
“Velad y orad”, y creceréis rápidamente en la gracia y el conocimiento de Cristo. No tendréis una experiencia unilateral y deformada, sino saludable y simétrica. Sin percataros de ello, os habréis expandido como el amplio cedro, y muchos disfrutarán de vuestro consejo; vuestra asociación con ellos tendrá la fragancia celestial.
Hay muchos profesores de religión quienes durante años no han crecido una pulgada. La escoria del mundo, el egoísmo y la indolencia los han separado en su simpatía y en sus trabajos de Cristo. Mientras mantienen una forma de piedad carecen por completo de su poder.
Si estáis viviendo a la luz de Cristo irradiaréis luz a esas pobres almas que son heladas en la vida religiosa. Con la justicia de Cristo cubriéndoos como un ropaje, ¡cuánto no podríais hacer para bendecir a otros!
Debéis tener un compañerismo con el Padre y con el Hijo, y crecer en el conocimiento de la perfección divina. Creceréis en reverencia, obtendréis confianza en la comunión con Dios. Mirando firmemente a Jesús creceréis en fe, y aprenderéis a desconfiar del yo, y apreciaréis estas palabras de Cristo: “Sin mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5.
Podéis tener un espíritu ferviente, y vuestro corazón radiante con el amor de Jesús. Permaneced en Cristo como el vástago en la vid. Extrayendo sustancia de la vid, seréis ramas florecientes, y llevaréis mucho fruto para la gloria de Dios. ¡Oh, necesitáis mucho contemplar fijamente a Jesús! Perseverad contemplando sus encantos. Mientras lo contempléis se mantendrán brillando y ampliándose hasta que seáis llenos con toda la plenitud de Dios, y llevéis mucho fruto para su gloria. El sarmiento está demasiado firmemente implantado en la cepa como para ser separado por cualquier viento. La fortaleza y el crecimiento vigoroso dicen al mundo que estáis arraigados en Jesús, que vuestro fundamento es seguro.—Carta 5b, 1891, pp. 9, 10.