¡Vigilad vuestros pasos!
Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados. Proverbios 4:26.
“Y haced derechos pasos a vuestros pies—dice el apóstol—, porque lo que es cojo no salga fuera de camino”. Hebreos 12:13. El camino que conduce lejos de Dios, que aleja de su norma santa y perfecta de justicia, siempre es torcido y peligroso. Sin embargo ... muchos han estado caminando en esta senda de transgresión. En muchos casos no comenzaron bien en la infancia y juventud, y han seguido por senderos torcidos durante todo el camino. No sólo han errado ellos mismos el camino correcto, sino que a través de la influencia de su ejemplo otros se han apartado del camino recto y llano, y han cometido errores fatales.
No siempre comprendemos el poder del ejemplo. Estamos en contacto con otros. Nos encontramos con personas que yerran, que cometen errores de diversas maneras. Pueden ser desagradables, violentas, apasionadas, dictatoriales. Cuando tratamos con éstas debemos ser pacientes, perdonadores, bondadosos y suaves. Satanás obra mediante ellas para provocar y perseguir, para que no manifestemos una disposición suave y placentera. Hay pruebas y perplejidades que todos nosotros hemos de encontrar, porque estamos en un mundo de preocupaciones, ansiedades y chascos. Pero estos continuos contratiempos deben enfrentarse con el espíritu de Cristo. A través de la gracia podemos elevarnos sobre nuestro ambiente, y mantener nuestros espíritus en calma y serenos en medio de las irritaciones y preocupaciones de la vida diaria. Así representaremos a Cristo ante el mundo.
La consagración a Dios debe ser un asunto vivo y práctico; no una teoría de la cual debe hablarse sino un principio entretejido con toda nuestra experiencia. Debiéramos dejar que nuestra luz brille delante de los demás, para que ellos, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Debiéramos manifestar las alabanzas hacia Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Si la luz del cielo está en el alma, será reflejada en todo nuestro alrededor. Quisiera que todos vieran este tema importante en su verdadera luz. Entonces no habría tal descuido en las palabras y en los actos, tal manera de vivir descuidada, indolente e impía.—The Signs of the Times, 1 de enero de 1885.
Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados. Proverbios 4:26.
“Y haced derechos pasos a vuestros pies—dice el apóstol—, porque lo que es cojo no salga fuera de camino”. Hebreos 12:13. El camino que conduce lejos de Dios, que aleja de su norma santa y perfecta de justicia, siempre es torcido y peligroso. Sin embargo ... muchos han estado caminando en esta senda de transgresión. En muchos casos no comenzaron bien en la infancia y juventud, y han seguido por senderos torcidos durante todo el camino. No sólo han errado ellos mismos el camino correcto, sino que a través de la influencia de su ejemplo otros se han apartado del camino recto y llano, y han cometido errores fatales.
No siempre comprendemos el poder del ejemplo. Estamos en contacto con otros. Nos encontramos con personas que yerran, que cometen errores de diversas maneras. Pueden ser desagradables, violentas, apasionadas, dictatoriales. Cuando tratamos con éstas debemos ser pacientes, perdonadores, bondadosos y suaves. Satanás obra mediante ellas para provocar y perseguir, para que no manifestemos una disposición suave y placentera. Hay pruebas y perplejidades que todos nosotros hemos de encontrar, porque estamos en un mundo de preocupaciones, ansiedades y chascos. Pero estos continuos contratiempos deben enfrentarse con el espíritu de Cristo. A través de la gracia podemos elevarnos sobre nuestro ambiente, y mantener nuestros espíritus en calma y serenos en medio de las irritaciones y preocupaciones de la vida diaria. Así representaremos a Cristo ante el mundo.
La consagración a Dios debe ser un asunto vivo y práctico; no una teoría de la cual debe hablarse sino un principio entretejido con toda nuestra experiencia. Debiéramos dejar que nuestra luz brille delante de los demás, para que ellos, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Debiéramos manifestar las alabanzas hacia Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Si la luz del cielo está en el alma, será reflejada en todo nuestro alrededor. Quisiera que todos vieran este tema importante en su verdadera luz. Entonces no habría tal descuido en las palabras y en los actos, tal manera de vivir descuidada, indolente e impía.—The Signs of the Times, 1 de enero de 1885.