También pasaron ante mí escenas que pronto tendrían lugar en Chicago y en otras grandes ciudades. A medida que aumentaba la maldad y se retiraba el poder protector de Dios, había vientos destructivos y tempestades. Los edificios eran destruidos por el fuego y derribados por terremotos.
Algún tiempo después se me mostró que la visión de edificios en Chicago y la inversión de los medios de nuestro pueblo para levantarlos, y su correspondiente destrucción, no eran sino una lección práctica para nuestro pueblo, amonestándoles a no invertir grandes sumas en propiedades en Chicago, ni en cualquier otra ciudad, a menos que las providencias de Dios abran positivamente el camino e indiquen claramente el deber de construir o comprar, como sea necesario, a fin de dar la nota de amonestación. Se dio una advertencia similar respecto a construir en Los Ángeles. Repetidamente se me ha instruido que no debemos invertir recursos en la construcción de edificios costosos en las ciudades.—The Paulson Collection, 50 (1906).
Hector Talavera
hace 11 horas