Además,
después que las personas se han convertido a la verdad, es necesario
cuidarlas. El celo de muchos ministros parece cesar tan pronto como
cierta medida de éxito acompaña sus esfuerzos. No se dan cuenta de que
muchos recién convertidos necesitan cuidados, atención vigilante, ayuda y
estímulo. No se los debe dejar solos, a merced de las más poderosas
tentaciones de Satanás; necesitan ser educados con respecto a sus
deberes; hay que tratarlos bondadosamente, conducirlos, visitarlos y
orar con ellos. Estas almas necesitan el alimento asignado a cada uno a
su debido tiempo.
No es extraño que algunos se desanimen, se demoren en el
camino y sean devorados por los lobos. Satanás persigue a todos. Envía a
sus agentes para reintegrar a sus filas a las almas que perdió. Debe
haber más padres y madres que reciban en su corazón a estos niños en la
verdad, y los estimulen y oren por ellos, para que su fe no se confunda.
La
predicación es una pequeña parte de la obra que ha de ser hecha por la
salvación de las almas. El Espíritu de Dios convence a los pecadores de
la verdad, y los pone en los brazos de la iglesia. Los predicadores
pueden hacer su parte, pero no pueden nunca realizar la obra que la
iglesia debe hacer. Dios requiere que su iglesia cuide de aquellos que
son jóvenes en la fe y experiencia, que vaya a ellos, no con el
propósito de chismear con ellos, sino para orar, para hablarles palabras
que sean “como manzanas de oro en canastillos de plata.” Proverbios 25:11.
Todos
necesitamos estudiar el carácter y los modales para saber tratar
juiciosamente con los diferentes intelectos, para poder emplear nuestros
mejores esfuerzos en ayudarles a comprender correctamente la Palabra de
Dios, y a vivir una verdadera vida cristiana. Debemos leer la Biblia
con ellos, y desviar su mente de las cosas temporales y dirigirla a sus
intereses eternos. Es el deber de los hijos de Dios ser sus misioneros, y
llegar a relacionarse con aquellos que necesitan ayuda. Si uno está
tambaleando bajo la tentación, su caso debe ser considerado
cuidadosamente y tratado sabiamente; porque su interés eterno está en
juego y las palabras y los hechos de aquellos que trabajan por él pueden
ser un sabor de vida para vida o de muerte para muerte.
A
veces se presenta algún caso que debe estudiarse con oración. Se le
debe mostrar a la persona su verdadero carácter, debe comprender sus
propias peculiaridades de disposición y temperamento, y ver sus
flaquezas. Debe tratársela con juicio. Si se la puede alcanzar, si se
puede conmover su corazón por este trabajo prudente y paciente, esta
persona podrá ser ligada con fuertes vínculos a Cristo e inducida a
confiar en Dios. ¡Oh, cuando se hace una obra como ésta, todo el cielo
la mira y se regocija
en ella; porque un alma preciosa ha sido rescatada de las trampas de
Satanás y salvada de la muerte! ¡Oh! ¿no valdrá la pena trabajar
inteligentemente por la salvación de las almas? Cristo pagó el precio de
su propia vida por ellas, y ¿preguntarán los que le siguen: “Soy yo
guarda de mi hermano”? Génesis 4:9. ¿No trabajarán al unísono con el Maestro? ¿No apreciaremos el valor de las almas por las cuales nuestro Salvador murió?