"Buscad a Jehová todos los
humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad
justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del
enojo de Jehová." Sof. 2: 3.
La transgresión casi ha llegado a
su límite, La confusión llena el mundo y pronto ha de sobrecoger a los
seres humanos un gran terror. El fin está muy cerca. El pueblo de Dios
debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como
una so
rpresa abrumadora.
El "tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente" se
iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que
hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su
indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no
resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el
caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda
no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En
aquel tiempo de tribulación, cada alma deberá sostenerse por sí sola
ante Dios, "Si Noé, Daniel y Job estuvieron" "en el país," "¡vivo yo!
dice Jehová el Señor, que ni a hijo ni a hija podrán ellos librar por su
justicia; tan sólo a sus propias almas librarán" "(Eze. 14:20, VM).
El último gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la
última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace
tanto tiempo con respecto a la ley de Dios. En esta batalla estamos
entrando ahora; es la que se libra entre las leyes de los hombres y los
preceptos de Jehová, entre la religión de la Biblia y la religión de las
fábulas y de la tradición.
Deberíamos estudiar los grandes
hitos que nos señalan los tiempos en que vivimos... Deberíamos orar
fervientemente para estar listos para las luchas del gran día que Dios
está preparando.
Los que se colocan bajo el control de Dios para
ser guiados y dirigidos por él, captarán la marcha firme de los sucesos
que él ordenó. Inspirados por el Espíritu de Aquel que dio su vida por
la vida del mundo, no continuarán inactivos en la impotencia, señalando
lo que no pueden hacer. Colocándose la armadura del cielo, avanzarán
hacia la batalla deseosos de hacer cosas osadas en favor de Dios,
sabiendo que la omnipotencia divina suplirá su necesidad