sábado, 23 de mayo de 2020

DEVOCIONAL RECIBIRÉIS PODER "Despeja las tinieblas", 23 de mayo


Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Isaías 60:1, 2. La iglesia fue escogida como medio por el cual ha de brillar la divina luz en medio de las tinieblas morales de este mundo, y para que los rayos del Sol de Justicia iluminen los corazones de los hombres. Debe realizarse una obra individual en favor de las personas y de las familias, ya que esto es parte de la tarea que se le ha confiado a los que trabajan en la viña moral de Dios. La mansedumbre, la paciencia, la clemencia y el amor de Cristo deben darse a conocer en los hogares del mundo. La iglesia tiene que levantarse con el fin de resplandecer. Radiantes con el Espíritu y con el poder de la verdad, sus feligreses han de avanzar sobre el mundo que está en tinieblas para compartir con la gente la luz de la gloria de Dios. El ha dotado a la mente del hombre con facultades nobles para que las utilice en su honor. La obra misionera necesita que estos poderes sean dedicados al servicio activo. El ejercicio inteligente y el desarrollo de estos dones de Dios tienen que verse en sus siervos, quienes diariamente deberán crecer en el conocimiento de Cristo. El que habló como nadie lo ha hecho, y que vistió el manto de la humanidad, continúa siendo el mayor de los Maestros. En la búsqueda de los perdidos, si seguimos sus pisadas, los ángeles nos acompañarán; y en virtud de la iluminación del Espíritu de Dios, obtendremos un conocimiento mayor y medios más adecuados para realizar la obra que se nos confió... Quienes deberían haber sido luz para el mundo se han desprendido de ella, conformándose apenas con unos rayos tenues. ¿Qué es la luz? Es la piedad, la bondad, la verdad, la gracia y el amor. Estas virtudes constituyen la revelación de la verdad, y se manifestarán en el carácter y en la vida. El evangelio depende de la piedad personal de los creyentes que desean contar con un poder dinámico provisto por Dios como resultado de la muerte de su Hijo amado, para que cada feligrés sea totalmente preparado para toda buena obra. Cada hijo suyo debe ser una luz que brilla con intensidad, para que otros también puedan alabar al que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.—The Review and Herald, 24 de marzo de 1891.

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