En 1857, Ellen White escribió un artículo para la Review describiendo
lo que se le había mostrado recientemente en visión a propósito de la
cadena de eventos que precedería la segunda venida de Cristo. Se
produciría un zarandeo entre el pueblo de Dios, causado por aquellos que se levantaran contra el testimonio directo del Testigo verdadero a los laodicenses.
Los que quisieran entrar en una experiencia más profunda con Cristo y
aceptaran el mensaje a Laodicea, llegarían a la unidad, estarían
preparados
para el conflicto final y predicarían la verdad con poder.
Se trataba de la lluvia tardía y del fuerte pregón, que encolerizaría a
los impíos y haría que tomaran medidas contra el pueblo de Dios:
Pregunté cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y
se me mostró que lo motivaría el testimonio directo que exige el consejo
del Testigo fiel a los laodicenses. Tendrá su efecto en el corazón de
quien reciba el testimonio, y lo llevará a exaltar la norma y a expresar
claramente la verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo. Se
levantarán contra él, y eso causará un zarandeo entre el pueblo de
Dios… Dijo el ángel: “¡Escucha!” Pronto oí una voz que
sonaba como muchos instrumentos musicales, en acordes perfectos, dulce y
armoniosa. Superaba cualquier música que jamás hubiera oído. Parecía
estar tan llena de gracia, compasión y gozo santo, elevador… Mi atención
se dirigió entonces hacia la
compañía que había visto antes, que
había sido fuertemente zarandeada…Estaban vestidos con una armadura
desde la cabeza a los pies. Se movían en perfecto orden, firmes como una
compañía de soldados…Oí cómo los que estaban vestidos con la armadura
proclamaban la verdad con gran poder… Los sinceros a quienes se había
impedido que oyeran la verdad, se aferraban ahora fervientemente a la
verdad proclamada. Había desaparecido todo temor a sus familiares…
Pregunté qué había causado
aquel gran cambio. Un ángel respondió: “Es
la lluvia tardía. El refrigerio de la presencia del Señor. El fuerte
pregón del tercer ángel…” Mi atención se volvió hacia los malvados o
incrédulos. Estaban todos
agitados. El celo y el poder en el pueblo
de Dios los había excitado y encolerizado… Vi que se adoptaban medidas
contra esta compañía que tenía el poder y la luz de Dios.*
*Dan T. Jones, “The Work in Battle Creek”, Review and Herald, 4 abril
1890, pp. 204-205.
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