Posted: 01 Dec 2017 10:05 AM PST
Cuando Cristo acabe su obra mediadora en favor
del hombre, entonces empezará ese tiempo de aflicción [la angustia de
Jacob; Jer. 30:5-7]. Entonces la suerte de cada alma habrá sido
decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para limpiarnos del pecado.
Terrible, más allá de toda comprensión
El “tiempo de angustia, cual nunca fue después
que hubo gente” (Dan. 12:1) se iniciará pronto; y para entonces
necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que
muchos no pueden lograr debido a su indolencia.
Cuando Jesús salga del Lugar Santísimo, su
Espíritu refrenador se retirará de los gobernantes y del pueblo. Estos
quedarán bajo el dominio de los ángeles malos. Entonces, por consejo y
dirección de Satanás, se harán leyes tales que, a menos que el tiempo
sea muy corto, no se salvará ninguna carne.
Muchos serán llamados al descanso antes del tiempo de angustia
No es siempre seguro pedir por sanamiento
incondicional... Él sabe si las personas por quienes se ora podrán
soportar las aflicciones y las pruebas que les sobrevendrán si
sobreviven. Él conoce el fin desde el principio. Muchos serán llamados
al sueño de la muerte antes de que las terribles pruebas del tiempo de
angustia vengan sobre nuestro mundo.
El objetivo de Satanás
La iglesia remanente será llevada a una gran
prueba y angustia. Los que obedecen los mandamientos de Dios y tienen la
fe de Jesús experimentarán la ira del dragón y de sus huestes. Satanás
considera que los habitantes del mundo son sus súbditos. Ha obtenido el
control de las iglesias apóstatas; pero hay un pequeño grupo que resiste
su supremacía. Si pudiera borrarlos de la Tierra, su triunfo sería
completo. Así como influyó sobre las naciones paganas para destruir a
Israel, así también en el futuro cercano incitará a los poderes malvados
de la Tierra para destruir al pueblo de Dios.
Argumentos usados contra el pueblo de Dios
Desde los púlpitos de las iglesias populares se
oirá la declaración de que el mundo está siendo castigado debido a que
el domingo no es honrado como debería serlo.
Se demandará con insistencia que no se tolere a
los pocos que se oponen a una institución de la iglesia y a una ley del
Estado; pues vale más que esos pocos sufran, y no que naciones enteras
sean precipitadas a la confusión y la anarquía.
El decreto de muerte
El tiempo de angustia está por llegar para el
pueblo de Dios. Será entonces cuando se promulgará el decreto
prohibiendo comprar o vender a los que guardan el sábado del Señor, y
que los amenazará con castigos, y aun la muerte, si no observan el
primer día de la semana como día de reposo.
La ira del hombre se despertará en forma
especial contra quienes santifican el sábado del cuarto Mandamiento; y
al fin un decreto universal los denunciará como merecedores de muerte.
El remanente hace de Dios su defensa
Este pequeño remanente, incapaz de defenderse
en el mortífero conflicto contra las potestades de la Tierra mandadas
por la hueste del dragón, hace de Dios su defensa. Ha sido promulgado
por la más alta autoridad terrestre el decreto de que adoren a la bestia
y reciban su marca, bajo pena de persecución y muerte. ¡Dios ayude
entonces a su pueblo! Porque ¿qué podría hacer sin su ayuda en un
conflicto tan terrible?
La huida del pueblo de Dios
Pero nadie puede atravesar el cordón de los
poderosos guardianes colocados en torno de cada fiel. Algunos son
atacados al huir de las ciudades y las villas. Pero las espadas
levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja. Otros
son defendidos por ángeles en forma de guerreros.
Los hijos de Dios no estarán todos en un mismo
lugar en ese tiempo. Estarán en diferentes grupos y en todas partes de
la Tierra; y serán puestos a prueba individualmente y no por grupos.
Cada uno deberá soportar la prueba por sí mismo.
Los justos no tienen culpas escondidas que revelar
En el tiempo de angustia, si el pueblo de Dios
conservare pecados aún inconfesos cuando lo atormenten el temor y la
angustia, sería aniquilado; la desesperación acabaría con su fe y no
podría tener confianza para rogar a Dios que lo librase. Pero, por muy
profundo que sea el sentimiento que tiene de su indignidad, no tiene
culpas escondidas que revelar. Sus pecados han sido examinados y
borrados en el Juicio; y no puede recordarlos.
Los santos no perderán su vida
El pueblo de Dios no quedará libre de
padecimientos; pero, aunque perseguido y acongojado, y aunque sufra
privaciones y falta de alimento, no será abandonado para perecer.
Si la sangre de los fieles siervos de Cristo
fuese entonces derramada, no sería ya, como la sangre de los mártires,
semilla destinada a dar una cosecha para Dios.
Dios proveerá
Será entonces tiempo en que habremos de confiar
por completo en Dios, y él nos sostendrá. Vi que nuestro pan y nuestras
aguas nos estarán asegurados en aquel tiempo, y no sufriremos escasez
ni hambre; porque Dios puede preparar mesa para nosotros en el desierto.
Si fuese necesario, mandaría cuervos para que nos alimentaran, como
alimentó a Elías, o haría bajar maná del cielo, como lo hizo en favor de
los israelitas.
Sin intercesor, pero no desamparados
Si los hombres tuviesen la visión del Cielo,
verían compañías de ángeles poderosos en fuerza estacionados en torno de
los que han guardado la palabra de la paciencia de Cristo. Con ternura y
simpatía, los ángeles han presenciado la angustia de ellos y han
escuchado sus oraciones. Aguardan la orden de su jefe para arrancarlos
de su peligro... El precioso Salvador nos enviará ayuda en el momento
mismo en que la necesitemos.
A través del tiempo de angustia que se avecina
–un tiempo de angustia como no lo hubo desde que existe nación–, el
pueblo de Dios permanecerá inconmovible. Satanás y su ejército no podrán
destruirlo, porque ángeles poderosos lo protegerán.
La batalla contra el yo
Mientras reine Satanás, tendremos que
dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean;
mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso, un lugar al cual
podamos llegar y decir: “Alcancé plenamente el blanco”. La
santificación es el resultado de la obediencia prestada durante toda la
vida.
Oración
“Señor, ayúdame a ser un fiel testigo de tu
amor. Y que, con mis actiutdes en este gran conflicto, no me coloque
fuera de tu santa protección.”