“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”. Mateo 20:28. La obra de Cristo en la tierra es su obra en el cielo, y la recompensa que recibiremos por trabajar para él en este mundo, será el mayor poder y más amplio privilegio de trabajar con él en el mundo venidero. “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”. Isaías 43:12. Esto también seremos en la eternidad.
¿Por qué se permitió que la gran controversia continuase a través de los siglos? ¿Por qué no se suprimió la existencia de Satanás al comienzo mismo de su rebelión? Para que el universo se convenciese de la justicia de Dios en su trato con el mal; para que el pecado recibiese condenación eterna. En el plan de salvación hay alturas y profundidades que la eternidad misma nunca puede agotar, maravillas que los ángeles desearían penetrar con la mirada. De todos los seres creados, solo los redimidos han conocido por experiencia el conflicto real con el pecado; han trabajado con Cristo, y, cosa que ni los ángeles podrían hacer, han participado de sus sufrimientos; ¿no tendrán acaso algún testimonio acerca de la ciencia de la redención, algo que sea de valor para los seres no caídos?—La Educación, 308 (1903).