No dejéis que vuestros hijos os vean con rostros ceñudos. Si ellos ceden a la tentación, y luego ven su error y se arrepienten de él, perdonadles tan generosamente como esperáis ser perdonados por vuestro Padre celestial. Instruidlos bondadosamente y ligadlos a vuestro corazón. Este es un tiempo crítico para los niños. Los rodearán influencias tendientes a separarlos de vosotros, y debéis contrarrestarlas. Enseñadles a hacer de vosotros sus confidentes. Permitidles contaros sus pruebas y goces. Estimulando esto, los salvaréis de muchas trampas que Satanás ha preparado para sus pies inexpertos. No tratéis a vuestros hijos únicamente con severidad, olvidándoos de vuestra propia niñez, y olvidando que ellos no son sino niños. No esperéis de ellos que sean perfectos, ni tratéis de obligarlos a actuar como hombres y mujeres en seguida. Obrando así, cerraríais la puerta de acceso que de otra manera pudierais tener hacia ellos, y los impulsaríais a abrir la puerta a las influencias perjudiciales, que permitirían a otros envenenar sus mentes juveniles antes de advertir el peligro.
Satanás y su hueste están haciendo arduos esfuerzos para desviar la mente de los niños, y éstos deben ser tratados con franqueza, ternura y amor cristianos. Esto os dará una poderosa influencia sobre ellos, y les hará sentir que pueden depositar una confianza ilimitada en vosotros. Rodead a vuestros hijos de los encantos del hogar y de vuestra sociedad. Si lo hacéis, no tendrán mucho deseo de trabar relaciones con otros jóvenes. Satanás obra por medio de dichas relaciones, y trata de que las mentes ejerzan una mutua influencia corruptora. Esta es la manera más eficaz en que pueda trabajar. Los jóvenes tienen una influencia poderosa unos sobre otros. Su conversación no es siempre selecta y elevada. Oyen malas conversaciones, que, si no se resisten con decisión, se alojan en el corazón, para arraigar allí, crecer hasta dar frutos y corromper las buenas costumbres. A causa de los males que imperan hoy en el mundo, y de la restricción que es necesario imponer a los hijos, los padres deben tener doble cuidado de ligarlos a sus corazones y de dejarles ver que desean hacerlos felices.