lunes, 22 de mayo de 2023

El futuro


En ocación de la transfiguración, Jesús fué glorificado por su Padre. Le oímos decir: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.” Juan 13:31. Así, antes de su entrega y crucifixión, fué fortalecido para sus últimos terribles sufrimientos. Al acercarse los miembros del cuerpo de Cristo al período de su último conflicto, al “tiempo de angustia de Jacob,” crecerán en Cristo y participarán en gran medida de su Espíritu. Al crecer el tercer mensaje hasta ser un fuerte pregón, cuando acompañe a la obra final un gran poder y gloria, los hijos de Dios participarán de aquella gloria. La lluvia tardía será lo que los fortalecerá y reavivará para atravesar el tiempo de angustia. Sus rostros resplandecerán con la gloria de aquella luz que acompaña al tercer ángel. Vi que Dios preservará de manera maravillosa a su pueblo durante el tiempo de angustia. Así como Jesús oró con toda la agonía de su alma en el huerto, ellos clamarán con fervor y agonía día y noche para obtener libramiento. Se proclamará el decreto de que deben despreciar el sábado del cuarto mandamiento, y honrar el primer día, o perder la vida. Pero ellos no cederán, ni pisotearán el sábado del Señor para honrar una institución del papado. Los rodearán las huestes de Satanás y los hombres perversos, para alegrarse de su suerte, porque no parecerá haber para ellos medio de escapar. Pero en medio de las orgías y el triunfo de aquéllos, se oirá el estruendo ensordecedor del trueno más formidable. Los cielos se habrán ennegrecido, y estarán iluminados únicamente por la deslumbrante y terrible gloria del cielo, cuando Dios deje oír su voz desde su santa morada. Los cimientos de la tierra temblarán; los edificios vacilarán y caerán con espantoso fragor. El mar hervirá como una olla, y toda la tierra será terriblemente conmovida. El cautiverio de los justos se cambiará, y con suave y solemne susurro se dirán unos a otros: “Somos librados; es la voz de Dios.” Con solemne asombro escucharán las palabras de la voz. Los malos oirán, pero no entenderán las palabras de la voz de Dios. Temerán y temblarán, mientras que los santos se regocijarán. Satanás y sus ángeles, y los hombres perversos, que habían estado regocijándose porque el pueblo de Dios estaba en su poder y podían raerlo de la faz de la tierra, presenciarán la gloria conferida a aquellos que honraron la santa ley de Dios. Verán cómo el rostro de los justos estará iluminado y reflejará la imagen de Jesús. Los que estaban tan deseosos de destruir a los santos, no podrán soportar la gloria que descansará sobre los que habrán sido libertados, y caerán como muertos al suelo. Satanás y los malos ángeles huirán de la presencia de los santos glorificados. Habrán perdido para siempre el poder de molestarlos.

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