Joyas de los Testimonios 1
Estimado Hno. N***: Me siento obligada por un sentimiento del deber a dirigirle unas pocas líneas. Me han sido mostradas respecto a su caso algunas cosas que no me atrevo a callar. Se me señaló que Satanás se aprovechó de Vd. porque su esposa no abrazó la verdad. Vd. trabó amistad con una mujer corrupta cuyos pasos llevan al infierno. Ella manifestó gran simpatía hacia Vd. por la oposición de su esposa. Como la serpiente en Edén, hizo fascinantes sus modales. Le convenció de que a Vd. lo trataban mal; de que su esposa no apreciaba sus sentimientos ni retribuía sus afectos y de que al casarse con ella había cometido un error. Vd. llegó hasta a considerar que los votos matrimoniales de fidelidad vitalicia que lo unían a su esposa, eran amargas cadenas. Vd. buscó simpatía en ese falso ángel que pronuncia lindas palabras. Le confió a ella lo que únicamente debiera haber confiado a su esposa a quien se comprometió a amar, honrar y estimar mientras ambos viviesen. Se olvidó de velar y orar siempre, no fuera que entrase en tentación. Su alma quedó mancillada por un delito. Vd. manchó el registro que de su vida se lleva en el cielo con una terrible tacha. Sin embargo, una profunda humillación y el arrepentimiento delante de Dios serán aceptables. La sangre de Cristo puede lavar esos pecados. Vd. ha caído en forma terrible. Satanás lo atrajo a su red, y lo dejó para que se desenredase lo mejor que pudiese. Se ha visto acosado, perplejo y terriblemente tentado. Lo atormenta una conciencia culpable. Desconfía de sí mismo, y se imagina que todos los demás desconfían de Vd. Es celoso de sí mismo, y se imagina que otros corazones lo celan. No tiene confianza en sí mismo, y se imagina que sus hermanos no la tienen tampoco. Satanás le presenta a menudo el pasado, y le dice que de nada vale procurar vivir la verdad, que el camino es demasiado estrecho para Vd. que ha sido vencido; y ahora Satanás se aprovecha de su conducta pecaminosa para hacerle creer que no hay redención posible. Se encuentra en el campo de batalla de Satanás, empeñado en un severo conflicto. Vd. ha derribado la valla que rodea todo círculo familiar, para hacerlo sagrado. Y ahora Satanás lo acosa casi constantemente. Vd. no tiene reposo ni paz; y procura hacer responsables a sus hermanos de los conflictos ocasionados por sus sentimientos, dudas y celos; considera que ellos yerran y que no le prestan atención. La dificultad estriba en Vd. mismo. Vd. quiere seguir su propio camino, y no desgarrar su corazón delante de Dios. Se niega, quebrantado y contrito, pecaminoso y contaminado, a confiar en su misericordia. Sus esfuerzos por salvarse, si persiste en ellos, le acarrearán la ruina. Deben cesar sus celos y censuras. Dirija su atención a su propio caso, y arrepiéntase con humildad, confiando solamente en la sangre de Cristo para salvar su propia alma. Haga una obra cabal para la eternidad. Si huye de la verdad, se arruinará; y su familia también. Una vez que han sido derribadas las fortificaciones destinadas a conservar el carácter sagrado y privado de la relación familiar, es difícil volverlas a edificar; pero con la fortaleza de Dios, y sólo con ella, Vd. podrá hacerlo. La verdad sagrada es el ancla que le impedirá ser arrastrado hacia abajo por la corriente del crimen y la destrucción. Una vez violada, la conciencia se debilita mucho. Necesita fuerza y vigilancia constante y oración incesante. Vd. está en un resbaladero. Necesita toda la fuerza que la verdad pueda darle para fortalecerlo y salvarlo del naufragio completo. Delante de Vd. están la vida y la muerte; ¿cuál elegirá? Si Vd. hubiese visto la necesidad de mantenerse firmemente aferrado a los principios, y no obrar por impulsos, de no desanimarse fácilmente, sino prepararse para soportar penurias, no habría sido vencido como lo fué. Vd. ha obrado por impulso. No estuvo, como nuestro Modelo sin defecto, dispuesto a soportar la contradicción de los pecadores contra Vd. Se nos exhorta a recordar a Aquel que soportó esto, no sea que nos cansemos y desmayemos en nuestro ánimo. Vd. ha sido tan débil como un niño, sin poder de resistencia. No sintió la necesidad de estar establecido, fortalecido, asentado y edificado en la fe. Vd. consideró que tal vez era su deber enseñar la verdad a otros en vez de que se la enseñasen a Vd. Pero debe estar dispuesto a aprender, a recibir la verdad de los demás, y debe cesar de censurar, tener celos, quejarse; y con mansedumbre, permitir que la Palabra se injerte en su alma porque puede salvarla. Le incumbe decidir si quiere tener felicidad o miseria. Vd. cedió una vez a la tentación, y no puede ahora confiar en su propia fuerza. Satanás tiene gran poder sobre su mente, y Vd. no tendrá nada a que aferrarse cuando se aparte de la influencia refrenadora de la verdad. Esta ha sido una salvaguardia para Vd., al impedir que se vea arrastrado al crimen y la iniquidad. Su única esperanza consiste en procurar una conversión cabal, y redimir el pasado por su vida bien ordenada y su conducta piadosa. Vd. obró por impulso. La excitación agradó a su temperamento. Su única esperanza consiste ahora en arrepentirse sinceramente de sus pasadas transgresiones de la ley de Dios, y purificar su alma obedeciendo a la verdad. Cultive la pureza de los pensamientos y la vida. La gracia de Dios será su fuerza para refrenar sus pasiones y dominar sus apetitos. La oración fervorosa y la vigilancia le brindarán la ayuda del Espíritu Santo, para perfeccionar la obra y asemejarlo a su Modelo infalible. Si Vd. decide desechar la influencia sagrada y refrenadora de la verdad, Satanás le conducirá cautivo a su voluntad. Vd. estará en peligro de caer víctima de sus apetitos y pasiones y de dar rienda suelta a las concupiscencias, al mal y a los deseos abominables. En vez de reflejar en su rostro una calma serena bajo la prueba y la aflicción, como el fiel Enoc, e irradiar la esperanza y la paz que sobrepujan el. entendimiento, estampará en su rostro la huella de los pensamientos carnales y los deseos concupiscentes. Llevará la impresión de lo satánico en vez de lo divino. “Por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia.” 2 Pedro 1:4. Tiene Vd. ahora la oportunided de volver al Señor y presentarle sus palabras de humilde confesión y sincero arrepentimiento. La sangre preciosa de Jesucristo puede limpiarle de toda impureza, eliminar toda su contaminación, y hacerle perfecto en él. Las misericordias de Cristo están todavía a su alcance si Vd. quiere aceptarlas. Por amor a su esposa perjudicada y a sus hijos, fruto de su propio cuerpo, deje de hacer el mal y aprenda a obrar bien. Lo que Vd. siembre, eso también segará. Si siembra para la carne, de la carne cosechará corrupción. Si siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. Vd. debe vencer su sensibilidad y espíritu de censura. Siente celos porque los demás no le dedican toda la atención que Vd. considera que debiera recibir. Vd. no debe adherirse a la experiencia fundada en sentimientos que sepan a fanatismo. No hay seguridad en ellos. Obre por principios, por un cabal entendimiento. Escudriñe las Escrituras, y capacítese para instruir con mansedumbre y temor a todo aquel que le pida razones de la esperanza que abriga Vd. Deje morir el ensalzamiento propio. “Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doblado ánimo, purificad los corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.” Santiago 4:8, 9. Cuando se sienta acosado por tentaciones y malos pensamientos, recuerde que hay Uno solo a quien puede Vd. acudir en busca de alivio y socorro. En su debilidad, recurra a él. Cuando esté cerca de él, las saetas de Satanás se romperán y no podrán dañarlo. Sus pruebas y tentaciones, si las soporta en Dios, le purificarán y humillarán, pero no le destruirán ni le pondrán en peligro.