martes, 15 de marzo de 2016

No hay tiempo que perder

Haced resonar la alarma en todo el país. Decid a la gente que el día del Señor está cerca y que se ha aproximado con mucha prisa. Nadie quede sin amonestar. Nosotros habríamos podido estar en el lugar de las pobres almas que están en el error. De acuerdo con la verdad que hemos recibido en más abundancia que otras personas, somos deudores y por lo tanto debemos compartirla con ellas.

No tenemos tiempo que perder. Los poderes de las tinieblas están trabajando con intensa energía, y Satanás avanza con astucia para sorprender a los que ahora duermen, tal como hace un lobo para apoderarse de su presa. Tenemos amonestaciones que debemos dar ahora, tenemos una obra que debemos realizar ahora, porque pronto será más difícil hacerlo de lo que nos imaginamos...

La venida del Señor está más cercana de cuando creímos por primera vez. El gran conflicto se está aproximando a su final. Las noticias de cada calamidad que ocurre en el mar o en la tierra son testimonios del hecho de que el fin de todas las cosas está cercano. Las guerras y los rumores de guerra así lo indican. ¿Hay algún cristiano cuyo pulso no se apresure al anticipar los grandes acontecimientos que se están desarrollando ante nuestros ojos?

El Señor está por venir. Oímos los pasos de un Dios que se aproxima para castigar al mundo por su iniquidad. Debemos prepararle el camino desempeñando nuestra parte en la preparación de un pueblo para este gran día.—The Review and Herald, 12 de noviembre de 1914.

El Evangelismo, p 163.

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Es también, en gran medida, por medio de nuestras imprentas como debe cumplirse la obra de aquel otro ángel...