Mirad y vivid
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado: para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:14, 15.
La misma lección que Cristo le pidió a Moisés que enseñara a los hijos de Israel en el desierto, es para las almas que sufren bajo la plaga del pecado. Cristo le habló a Moisés desde la ondeante nube, y le dijo que hiciera una serpiente de bronce, y la colocara sobre un palo, y que les indicara a todos los que fueran mordidos por las serpientes ardientes, que miraran y vivieran. ¿Qué habría sucedido si en lugar de mirar, como Cristo les había ordenado, ellos hubieran dicho: “Yo no creo que me hará el menor bien mirar. Sufro demasiado con la mordedura de la serpiente venenosa”? La obediencia era el objeto que debía lograrse; obediencia implícita y ciega, sin detenerse a inquirir la razón o la ciencia del asunto. La palabra de Cristo era: “Mirad y vivid”. ...
Queremos un conocimiento claro acerca de lo
que Jesús es para nosotros. Queremos tener un conocimiento distinto de las
victorias ganadas para nuestro bien. El destruyó principados y potestades, y los
expuso abiertamente. Rompió los sellos de la tumba, y salió para tomar su vida
que había depuesto por nosotros. Ascendió a las alturas después de tomar cautiva
a la cautividad, y recibió dones para los hombres. El soportó por nosotros todo
este sufrimiento. ... Será nuestro ayudador y nuestro refugio en todo tiempo de
necesidad. En nuestra experiencia cristiana debiera revelarse como nuestro
Salvador siempre presente y del todo suficiente.
Solamente mirar y vivir. Deshonramos a Dios cuando no salimos de la oscura celda de las dudas hacia la cámara superior de la esperanza y de la fe.
Cuando la luz brille con todo su esplendor, afirmémonos en Jesús mediante la poderosa mano de la fe. No sigáis cultivando vuestras dudas, expresándolas y poniéndolas en otras mentes, y convirtiéndoos así en agentes de Satanás para sembrar la semilla de la duda. Hablad de fe, de una fe viva, cultivad el amor por Dios; evidenciad ante el mundo todo lo que Jesús es para vosotros. Exaltad su santo nombre. Hablad de su bondad; hablad de su misericordia y hablad de su poder.—Manuscrito 42, 1890, pp. 21, 23. {NEV 22.5}
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