Gracias a Dios por su don inefable. 2 Corintios 9:15.
Aquellos que reciben a Cristo por fe, serán considerados por el cielo como perlas preciosas, por las cuales el mercader ha pagado un precio infinito, y los seres humanos que encuentren a Cristo, comprenderán que han encontrado un tesoro celestial. Estarán ansiosos por vender todo lo que poseen a fin de comprar el campo que contiene ese tesoro. Cuando contemplen el amor de Dios, cuando el plan de salvación se despliegue ante su vista, a medida que el misterio de la condescendencia de Cristo se haga más claro para ellos, a medida que contemplen el sacrificio que él hizo por ellos, no considerarán ninguna cosa demasiado cara para entregarla, por amor a él. Cuanto más se espacien en el admirable amor de Dios, tanto más vastas se harán sus proporciones, y el brillo de la gloria de Dios se hará deslumbrador para la visión de los mortales.
Cristo es nuestro Redentor. El es el Verbo que se hizo carne y moró entre nosotros. El es la fuente en la cual podemos ser lavados y limpiados de toda impureza. El es el costoso sacrificio que ha sido dado para la reconciliación del hombre. El universo del cielo, los mundos que no han caído, el mundo caído y la confederación del mal, no pueden decir que Dios habría podido hacer más por la salvación del hombre. Su don nunca podrá ser sobrepasado, nunca podrá Dios manifestar una profundidad de amor más rica. El Calvario representa su obra cumbre. ... El Señor quiere que sus seguidores se extasíen con Dios a través del conocimiento de su carácter paternal.—The Youth’s Instructor, 17 de octubre de 1895.
Aquellos que reciben a Cristo por fe, serán considerados por el cielo como perlas preciosas, por las cuales el mercader ha pagado un precio infinito, y los seres humanos que encuentren a Cristo, comprenderán que han encontrado un tesoro celestial. Estarán ansiosos por vender todo lo que poseen a fin de comprar el campo que contiene ese tesoro. Cuando contemplen el amor de Dios, cuando el plan de salvación se despliegue ante su vista, a medida que el misterio de la condescendencia de Cristo se haga más claro para ellos, a medida que contemplen el sacrificio que él hizo por ellos, no considerarán ninguna cosa demasiado cara para entregarla, por amor a él. Cuanto más se espacien en el admirable amor de Dios, tanto más vastas se harán sus proporciones, y el brillo de la gloria de Dios se hará deslumbrador para la visión de los mortales.
El Señor Dios del cielo reunió todas las
riquezas del universo y las entregó, a fin de comprar la perla de la
inmortalidad perdida. El Padre dió todos sus recursos divinos, y los puso en las
manos de Cristo, a fin de que las bendiciones más ricas del cielo pudieran ser
derramadas sobre la humanidad caída. Dios no podía expresar un amor mayor del
que ha expresado al dar al Hijo de su predilección a este mundo. Este don fué
dado al hombre para convencerlo de que Dios no ha dejado sin hacer nada que
pudiera haber hecho, que no queda nada en reserva, sino que todo el cielo ha
sido derramado en un solo don inconmensurable. La felicidad presente y eterna
del hombre, consiste en recibir el amor de Dios y en guardar los mandamientos
divinos.
Cristo es nuestro Redentor. El es el Verbo que se hizo carne y moró entre nosotros. El es la fuente en la cual podemos ser lavados y limpiados de toda impureza. El es el costoso sacrificio que ha sido dado para la reconciliación del hombre. El universo del cielo, los mundos que no han caído, el mundo caído y la confederación del mal, no pueden decir que Dios habría podido hacer más por la salvación del hombre. Su don nunca podrá ser sobrepasado, nunca podrá Dios manifestar una profundidad de amor más rica. El Calvario representa su obra cumbre. ... El Señor quiere que sus seguidores se extasíen con Dios a través del conocimiento de su carácter paternal.—The Youth’s Instructor, 17 de octubre de 1895.
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