La protección de los ángeles
Pues que sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. Salmos 91:11.
¡Oh, si todos pudiéramos comprender la cercanía del cielo a la tierra! Aunque los hijos nacidos en esta tierra no lo sepan, tienen ángeles de luz como compañeros, porque los mensajeros celestiales han sido enviados para administrar a aquellos que serán herederos para salvación. Un silencioso testigo protege a toda alma viviente, tratando de ganarla y conducirla hacia Cristo. Los ángeles nunca abandonan a la persona tentada como presa del enemigo que destruirá las almas de los hombres si le es permitido hacerlo. Mientras haya esperanza, mientras no resistan al Espíritu Santo para ruina eterna, los hombres son guardados por las inteligencias celestiales.—Manuscrito 32a, 1894.
¡Oh, si todos pudieran contemplar al precioso Salvador tal como es, un Salvador! Dejemos que su mano aparte el velo que oculta su gloria de nuestros ojos. Lo muestra en su exaltado y santo lugar. ¿Qué es lo que vemos? A nuestro Salvador, no en una posición de silencio e inactividad. Está rodeado por las inteligencias celestiales, querubines, serafines, y millares de millares de ángeles. Todos estos seres celestiales tienen un objeto principal, en el cual están intensamente interesados: su iglesia en este mundo de corrupción. ... Están trabajando para Cristo bajo sus órdenes, para salvar hasta el máximo a aquellos que lo contemplan y creen en él.—Carta 89c, 1897; The S.D.A. Bible Commentary 7:967, 968.
Los ángeles celestiales están comisionados para vigilar a las ovejas de los prados de Cristo. Cuando Satanás con sus trampas sutiles, trata de engañar si es posible aun a los mismos escogidos, estos ángeles ponen en operación influencias que salvarán a las almas tentadas, si ellas escuchan la palabra del Señor, comprenden el peligro y dicen: “No, yo no entraré en la senda de Satanás. Tengo un Hermano mayor en el trono del cielo, que me ha mostrado que tiene un tierno interés por mí, y yo no afligiré su corazón de amor”.—Carta 52, 1906; The S.D.A. Bible Commentary 7:922.
Puesto que vivimos en medio de esta fuerza opositora, debemos llamar a nuestro lado, mediante el ejercicio de la fe y la oración, a un séquito de ángeles celestiales, quienes nos protegerán de toda influencia corruptora.—Carta 258, 1907, pp. 4.
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